Aunque su récord de veinte nominaciones se tradujo solo en seis Goyas, no hay duda de que la gran triunfadora de los premios de este año ha sido El buen patrón, en lo que coincide con las preferencias de los críticos de la Turia. Lograr los galardones de Mejor Película, Mejor Director, Mejor Guion Original y Mejor Actor, además de los correspondientes a Montaje y Música, denotan la clara superioridad del film de Fernando León. Tampoco Maixabel vio cumplidas sus expectativas, pues de catorce candidaturas se quedó en tres victorias, todas ellas centradas en el capítulo interpretativo. Pero, sin duda, la máxima perdedora fue Madres paralelas, al no concretar ni un solo reconocimiento entre los ocho posibles, ni siquiera el que parecía más seguro, el de Penélope Cruz, aspirante, eso sí, al Oscar de Hollywood.
Fue una ceremonia sin apenas garra ni imaginación la del pasado sábado en el Palau de les Arts valenciano durante sus tres horas y cuarto de duración. De hecho, los momentos más estelares no procedieron –en mi opinión– de los premiados por sus trabajos en 2021, sino que tuvieron otro origen: la extraordinaria interpretación que Luz Casal hizo de “Negra sombra” mientras se rememoraba a los fallecidos durante el año; las palabras de la cineasta afgana Sahraa Karimi, pidiendo que no se reconociera a un régimen terrorista y represivo, especialmente con las mujeres, como el de los talibanes, y el discurso de agradecimiento de José Sacristán por su Goya de Honor, en el que mostró su dominio sobre qué y cómo ha de decirse desde un escenario. Ah! de Berlanga, pese a lo anunciado, muy poquito.
El imparable temblor corporal de la compositora Zeltia Montes al recibir su galardón por El buen patrón, el recurso de dar imagen a personas cercanas a cuantos aspiraban a ser considerados Actriz y Actor Revelación, así como el hábil discurso del Presidente de la Academia, Mariano Barroso, al introducir en él sucesivos recuerdos a Almudena Grandes, Mario Camus, Verónica Forqué y Pilar Bardem, merecieron quedar en la retina. Sin olvidar ese gesto semiclandestino de Pedro Almodóvar animando a que el auditorio se pusiera en pie y ovacionara a Cate Blanchett (que inauguraba la categoría de Goya Internacional), al fin y al cabo la protagonista de su próxima película, Manual para mujeres de la limpieza, basada en el libro de relatos de Lucia Berlin.
En definitiva, un acto que, como sugirió Blanca Portillo en su inacabable retahíla de amores varios, pareció muy influenciado por la cercanía de San Valentín. Tantas declaraciones amorosas a tirios y troyanos, a madres, hijos, esposas y demás familia, integrantes de los equipos y compañeros de profesión acabaron por ser más bien insufribles. Ya sabemos que todo el mundo tiene su corazoncito, pero tampoco hay que ir enseñándolo por doquier en una ceremonia que tiende a ser endogámica, con sus asistentes demasiado encantados de haberse conocido. Al menos, en apariencia…
Foto: María Carbonell.