A pesar de la fatídica situación en la que nos encontramos, parece que la Navidad nos da un respiro en el apartado cinematográfico, y algunas distribuidoras se atreven a estrenar esperados films de una vez por todas. El último de Daniel Calparsoro es uno de ellos y, aunque no se trate de su mejor película, nos ha brindado casi todo lo que esperábamos.
Hasta el cielo sigue las peculiares andanzas de un joven que, por pura casualidad, conoce a otro chico que, de la noche a la mañana, lo introduce en el mundo de la delincuencia; efectuando pequeños atracos en establecimientos. Tras ello, entrará en una espiral de la que no podrá salir; planeando más y más golpes que provocarán que la policía no le quite el ojo de encima.
El tándem Daniel Calparsoro-Jorge Guerricaechevarría regresa con otra cinta de acción que pretende aunar varios géneros y, como suele ser habitual en estos casos, unos funcionan mucho mejor que otros. No acaban de cuajar sus varios romances ni su crítica social, pero son suficientes para contentar al público las interacciones más íntimas y personales entre sus criminales personajes y las dosis adrenalínicas de atracos. Su factura técnica también resulta satisfactoria y, aunque quizá sus dos horas de metraje sean excesivas, seguimos la historia de este Tony Montana de extrarradio con atención e interés. Es una pena que Guerricaechevarría se empeñe en plagar la mayoría de tramas de detalles que les restan verosimilitud, así como también en querer dirigir sus trágicas historias de amor a amantes de la Súper Pop y del cine más hortera de Mario Casas. A pesar de todo, tenemos ante nosotros un film que supone un digno entretenimiento para estas fechas, y que resulta un soplo de aire fresco en un panorama cinematográfico repetitivo y no demasiado boyante.