Hoy, queridas y queridos amig@s cocinitas y amantes del buen comer, vamos a retomar el tema de las recetas y consejos para la cena en casa con vuestros familiares, amigos y afines; una buena alternativa a unos menús de restaurantes que ya conocemos de memoria o sencillamente, porque deseamos pasar bien el rato preparando recetas simples, incluso muy fáciles, que pero pueden daros mucha satisfacción y, sobre todo, permitiros disfrutar de la compañía de quien queréis en una zona de confort inmejorable, vuestro hogar.
Os dejé con una serie de entrantes (y sus maridajes), así que ha llegado el momento de los platos principales. Como primera opción, podemos decantarnos por un pescado, por ejemplo, un magnífico rodaballo que se suele encontrar sin problemas en cualquier banco de pescado. Pedimos que nos quiten solo las tripas sin destrozarlo (por favor, que no toquen las aletas que están deliciosas), y elegimos uno según la cantidad de comensales (yo suelo comprar uno de 1kg abundante para 4 personas). Cortamos con la mandolina unas lonchas finitas de patatas para hacer una base en la bandeja de horno, condimentándola a continuación con aceite, romero, ajo, sal y pimienta (y unas alcaparras en sal, si las tenéis); horneamos un cuarto de hora antes de poner el pescado encima, que habremos rociado con un poco de aceite y espolvoreado con sal y pimienta. Cocemos al horno unos 22-24 minutos a 220 grados y listo.
Lo servimos entero en un plato grande con las patatas alrededor y unas ramitas de romero fresco para decorar (y perfumar) o ya limpio en filetes, como prefiráis. Un pescado tan sabroso y jugoso lo maridaremos muy bien con un blanco de Requena con crianza en barricas de roble como Recuérdame de Dominio de la Vega. Para los carnívoros, una opción sería preparar unas suculentas carrilladas (de ternera o cerdo, de gustibus …). Gustan a todos y son muy fáciles de cocinar. Empezamos dorando la carne (pasada antes por un poco de harina) en una olla con una cucharada abundante de aceite virgen extra (como siempre) para así sellarla bien. Retiráis las carrilladas y en el mismo aceite pocháis lentamente apio, ajo, cebolla y zanahoria, todo cortado muy finito y esfumáis con una copa de vino tinto a fuego alto. Bajáis la llama y cuando las verduras estén bien pochadas, ponéis un par de cucharadas de doble concentrado de tomate y seguidamente añadís caldo (de carne o verdura, como más os guste) para que se termine de hacer un fondo cremoso. Añadís la carne y algo más de caldo. Si lo hacéis en la olla a presión no hace falta que el caldo cubra la carne, si las hacéis en un cazuela, ponéis un poco más y cocéis todo a fuego muy bajo el tiempo necesario hasta que la carne quede muy blandita. Exquisito.
Podemos acompañarlo con un simple puré de patatas y unas hojas de tomillo o, si queréis algo más, unas setas salteadas con un chorrito de aceite aromatizado a trufa también será una guarnición deliciosa. Podéis maridar maravillosamente este plato con la garnacha Nebla de Vicente Gandía que regalamos con el número de la Turia de Navidad. Ha llegado el broche final a la cena: el postre. Os cuento como hacer una excelente panna cotta súper fácil (la de mi madre). Para 8 porciones, ponemos al fuego un litro de leche entera y medio litro de nata líquida fresca y cuando comience a hervir apagamos el fuego y añadimos 80-100g de azúcar, un poco de vainilla en polvo y mezclamos bien para que sea todo se amalgame. A parte ponemos en agua fría unos 8-9 gramos de cola de pescado (son láminas que se encuentran en cualquier supermercado) y una vez blandas, las escurrimos bien y las incorporamos de una en una a la leche con la nata. Removemos bien con una varilla para evitar que se hagan grumos. Ha llegado el momento de verter el líquido en los moldes para flan y dejarlos en la nevera. ¡En 2-3 horas la panna cotta estará lista! Se suele acompañar con una salsita de frutas del bosque: un puñado de moras y fresas van bien. Las batís añadiendo un poco de azúcar y limón si os gusta y dejáis unas frutas enteras para decorar junto con unas hojitas de hierbabuena. Yo también pondría en la mesa un cesto con unas mandarinas y otras frutas de temporada y que seguro os resultarán muy apetecibles y ligeras. Podemos acabar maridando con una mistela típica de la zona o, incluso, acabar de lujo con un gran Fondillón alicantino, orgullo vinícola de nuestra región.
Espero que tengáis éxito y, sobre todo, que lo paséis bien.