ESPAÑA es una democracia plena. Votamos cada cuatro años en las elecciones generales, autonómicas y municipales. Tenemos un sistema electoral que funciona. Los recuentos se hacen en tiempo record. Un movimiento que surgió en las plazas y en los barrios está ahora en el gobierno de España (aunque da la impresión que no se lo creen). Pasaron de las plazas a los ayuntamientos y de los ayuntamientos a los ministerios e instituciones de gobierno. España no es Rusia, ni Marruecos, ni Hungría, ni siquiera Polonia por mucho que algunos desde el independentismo o desde la izquierda, se empeñen en transmitir esa idea por sus propios intereses político o electorales.
DICHO esto, la democracia española es imperfecta y muy mejorable, claro que sí. Cada país es rehén de sus propios problemas internos (que se lo digan a Estados Unidos). En España arrastramos una serie de problemas que tienen su origen en el franquismo y en la Transición. En nuestro país los jueces del Tribunal de Orden Público (TOP) pasaron de la dictadura a la democracia sin que nadie les pidiera explicaciones. Policías de la temida Brigada Político-social fueron nombrados comisarios de la lucha antiterrorista en plena democracia, empresarios de las grandes constructoras y bancos ya estaban trabajando en pleno franquismo, y el ejército de la dictadura aún dio un golpe de Estado en 1981.
PASAMOS de una dictadura a una democracia, pero los poderes fácticos del franquismo, siguieron vivos. Y el llamado “franquismo sociológico”, ese que llenaba la plaza de Oriente mutó, en distintas formas, pero permaneció. Solo estaba escondido.
HEMOS tardado cuarenta años a comenzar, de verdad, a recomponer el puzzle de la calidad democrática de este país. ¿No se hizo antes porque no se pudo o no se quiso? Quizá ambas respuestas son correctas. Una buena metáfora que explica bien la situación que vivimos es lo que se tardó en sacar a Franco del Valle de los Caídos, protegido por la Iglesia Católica, Patrimonio Nacional y las pegas de partidos como PP o Ciudadanos y de la extrema derecha, por supuesto.
LOS EJEMPLOS de esta anomalía salen a la luz todos los días. Esta semana sin ir más lejos, el presidente del Tribunal Superior de Justicia de Castilla León (TSJCL) afirmaba en una entrevista que la democracia “de un país se pone en solfa desde el momento en que el Partido Comunista está en el Gobierno”. Esta declaración, hasta ahora no corregida o matizada por el CGPJ, es un claro ejemplo del estado de las cosas en una gran parte de la judicatura. Es legítimo que algunos ciudadanos se cuestionen si algunas extrañas decisiones judiciales (como las que tomó el juez García Castellón con Pablo Iglesias en el caso Dina) estaban ajustadas a derecho o tenían un fin político.
LA CALIDAD DEMOCÁTICA también se ha visto afectada en los últimos años por las llamadas “cloacas del Estado”, aparato parapolicial capaz de generar informes falsos contra adversarios políticos y espiar al servicio grandes empresas y bancos con la finalidad de truncar operaciones económicas. O montar operaciones bendecidas presuntamente por Moncloa y Ministerio del Interior para robar las pruebas que incriminaban al PP (y posiblemente a muchas grandes empresas españolas) en la financiación ilegal y otros asuntos turbios. La colaboración de periodistas y medios de comunicación, encargados de hacer pasar por información lo que era un montaje político, ha sido fundamental en todo ello. Eso ha pasado en este país.
LA FOTO DE COLÓN sigue dejando víctimas políticas. Las pasadas elecciones en Cataluña han provocado un terremoto en Ciudadanos y en el Partido Popular, reduciendo su presencia política a la mínima expresión. El vencedor de la noche fue la ultraderecha de VOX. Han alimentado a un gran monstruo y ahora no saben cómo pararlo. Alguien hacía el chiste: “PP y Ciudadanos, otras dos empresas que abandonan Cataluña”.
ES HABITUAL el centralismo en los Informativos de TVE. Cuando avisan que viene mal tiempo, se refieren a que viene mal tiempo en Madrid. Cada vez se hacen menos eco de noticias que ocurren fuera de las fronteras mesetarias. Lo último fue una pieza en la que informaban de los grandes avances de la Comunidad de Madrid para detectar la COVID 19 en las aguas residuales. Lo daban como la gran novedad. La cuestión es que fue Valencia la pionera en el análisis masivo de las aguas residuales. Periódicamente se publican datos que nos van informando de la incidencia por barrios. Ya se sabe que lo que no pasa en Madrid, no pasa en España.
EL CÓMIC volverá a estar presente en las páginas de Turia de la mano del periodista Álex Serrano. La semana que viene arranca su nueva sección que dará cuenta de todas las novedades, sus autores y la influencia de este arte en otras disciplinas como el cine o la televisión. Bienvenido Alex.
Publicado en el número 2.976