Cartelera Turia

SUSCRIPCIÓN

LA DELGADA LÍNEA ROJA: ¡LO ANCESTRAL, CHÉ!

Las Fallas tienen su época, como el acné. Son juventud, desafuero, fiesta, alegría, fuego y pólvora. Y sobre todo anuncian la primavera, cosa que a los valencianos nos llena de contento y regocijo. Cualquiera que pase de los cincuenta te dirá: para Fallas las de antes, cuando eran ritual, no sólo espectáculo masificado y se ceñían a la semana fallera y punto. La semana mágica en la que se quemaba el cartón y la madera y se construía el monumento en una sola noche sin materiales plásticos, con el solo esfuerzo del equipo del artista fallero. Ha llovido mucho desde que un 19 de marzo de 1963, ¡en la plaza del Caudillo! un grupo de energúmenos quemó a Joan Fuster en un ninot. El pensador de Sueca se lo tomó con ironía: “A vostés ja els ho puc dir: m´han cremat en efígie, literalment, he estat objecte o víctima, d´un autèntic auto de fé”.  

Las cosas han cambiado mucho desde entonces. Año tras año, en la democracia, las fallas han ido distanciándose del conformismo franquista que las manipuló a su antojo. Ahora se multiplica la imaginación y la vanguardia en las fallas y son cada vez más numerosas las comisiones progresistas e interétnicas. Ya fue larga la batalla por recuperar la indumentaria original e identitaria de falleros y falleras y olvidar  las militarizadas  y ramplonas bandas de trompetas y tambores. Ahora tenemos fallas complejas y sencillas. Si somos la capital del diseño nada mejor que diseñar fallas con originalidad e imaginación y no repetir los mismos ninots salidos del mismo molde. Las mejores son las de barrio, populares y cercanas.

Nada que ver con la media docena de monumentos faraónicos que luchan a muerte por el premio. Siempre ha sido difícil para los periodistas escribir de la fiesta fuera de tópicos. La rigidez de los jefazos falleros ha sido una constante. Lo que el sociólogo Ariño, estudioso de las Fallas, llama “tótem sagrado”, del “valencianismo temperamental”, va derivando a posiciones más tolerantes. “El mundo de las fallas se erige en guardián del templo de la identidad étnica”, escribió el sociólogo. Las cosas cambian. Hay falleras africanas y chinas y falleros latinos; la gente del barrio. Se acabó el “templo étnico”. Y las Fallas, que son como la primavera, cosa de juventud, van cambiando de hábitos con sus falleras y falleros jóvenes que son la sal del casal. Pronto habrá tortas entre los partidarios de que si una fallera quiere ser fallero y un fallero quiere llevar flores a la Virgen, tiene todo el derecho.

Las Fallas dejaron hace tiempo de ser coto de la derecha pero no tanto; aún queda mucho por recorrer, porque los rituales ancestrales tardan en cambiar, por ancestrales. Pero no hay mal que mil años dure, y ya estamos muy lejos de aquel marzo de 1963 en que unos energúmenos quemaron el ninot del gran  Fuster en un especie de alucinante escenificación de “muera la inteligencia”. O el año del follón que se montó por el número de la revista Ajoblanco. Resulta que fue pionera. Anunciaba el travestismo fallero un  siglo antes. Y el meto,  imparable. Fuera el patriarcado de los casales. Y eso que Fuster hizo poesía de la Cremá: “L´opulenta conflagració final, la dança fluida de les flames contra la nit plàcida de març”. Pero también escribió: “Tan solo hace 20 años las Fallas conservaban su modesto aspecto original y no se habían desbordado sobre campos y ambiciones que les son totalmente ajenas”. Y concluía “Donar al foc alló que es del foc” (Combustible per a Falles, 1967). Y ¿Qué escribió nuestro fallero don Vicente Blasco Ibáñez sobre Fallas? Además de recordar su origen árabe (“los alalíes con sus grandes hogueras”) “En el XIX se hermoseó la falla, dándole un aspecto artístico, encerrando el montón de esteras y trastos entre cuatro bastidores y colocando encima monigotes ridículos para regocijo de la multitud. Al principio representaban a la vidas privadas, luego se metió de rondón en la política y las fallas se convirtieron en una burla al gobierno y caricaturas de la autoridad”. Como siempre, ¡lo ancestral ché!

LA DELGADA LÍNEA ROJA: ¡LO ANCESTRAL, CHÉ!

(3) THE BATMAN, de Matt Reeves. TENEBROSO

LA DELGADA LÍNEA ROJA: ¡LO ANCESTRAL, CHÉ!

MALDITOS NINOTS

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *