ALFONS CERVERA: La celebración de los Turia siempre es en julio, ese mes “que parece bobo” según dice Quevedo en uno de sus poemas satíricos. Durante muchos años, el escenario fue el auditorio del Instituto de Cultura de Burjassot. El fresquito de las noches, los entrepanes de los recesos, el trasnoche en los jardines al acabar la fiesta. Desde hace un par de años, la velada se ubica en otros espacios. El año pasado recalamos en el Talía. En la del sábado 7 del mes bobo, montamos la cita en el Teatro Rialto, y hay que poner aquí -para que no se me olvide- la gratitud al Institut Valencià de Cultura (espero que se llame así, si no, vaya pringue) y a la Universitat de València. Al menos, creo que eso dijo esa espléndida pareja que ejerció de solvente anfitriona: María Minaya y Arturo Blay. El aforo del Rialto no es grande. Algo más de 300 butacas. Todas ocupadas. Premiados y premiadas estaban en el escenario desde el principio. ¡Ah, yo estaba ahí, entre los premiados! Lo adelanto: que te consideren bien los amigos es lo más difícil. Por eso, desde aquí mi gratitud a la Turia.