Película gris y nostálgica, La ofrenda narra las frustraciones e inestabilidades de tres personajes internamente destrozados que a su vez conforman un triángulo amoroso donde el pasado –en forma de un amor juvenil de verano- regresa para agitar sus oscuros mundos internos, hasta el punto de hacerlos salir a la luz tras muchos años en la sombra.
Escrita y dirigida por Ventura Durall, termina siendo un relato que se enmarca dentro del género de misterio por no desvelar todas sus cartas hasta la última secuencia. No obstante, el drama será la reina de la función al adueñarse de la historia a medida que se descubren los infiernos personales de Violeta, Jan y Rita, encarnados por Anna Alarcón, Alex Brendemühl y Verónica Echegui, respectivamente, y cuyas actuaciones terminan engrasándose con fluidez en beneficio de un clímax final en el que los tres personajes desvelan su cruda y triste verdad, dando lugar a los tres momentos más reales, intensos y decisivos del largometraje -uno reservado para cada intérprete-.
El pasado que domina el presente, la búsqueda de la redención a través del perdón, la culpa y el remordimiento, la vida y la muerte, lo que pudo ser y no fue o la importancia de nuestros actos y sus consecuencias son algunos de los diversos temas que aborda un film cuyo principal objetivo es el estudio de unos personajes que han perdido la capacidad de amar; profundizar en los sentimientos más recónditos del ser humano con un juego de silencios, primeros planos y miradas que lo dicen todo, como la que dirige a cámara Alex Brendemühl y que, sin ir más lejos, protagoniza el cartel de la película. No es la mejor opción para una tarde de domingo, pero sí una obra de intérpretes que han sabido plasmar en pantalla lo que su director quería.