JUSTO SERNA: Un libro es una defensa contra las ofensas de la actualidad. O de la vida, que decía Cesare Pavese. ¿A cuales me refiero? A los libros que ahora publico y a aquellos otros que, particularmente, leo. Prefiero siempre la ironía de ciertos prosistas, la guasa que procuran poner en lo que escriben: a eso aspiro. Puro prosaísmo. Hubo un tiempo en que yo redactaba con corrección académica, con contención formal. Los textos universitarios, de los que he escrito algunos, raramente tienen humor. Es más: algunos parecen estar escritos con un tono avinagrado. El estudio es fatigoso; la Universidad no es un circo. Pero la enseñanza es o puede ser el oficio que más dicha procura. Salvo que te adocenes, cada año aprendes más cosas y eso que has asimilado lo repartes a manos llenas. ¿A quiénes? A esos estudiantes más o menos preparados, pero siempre interesados, que te escuchan y te interpelan, esos alumnos que recibes en primero de carrera… La felicidad de la docencia es impagable: al menos para mí. Eso es lo que le dije a mi señor padre cuando comenzaba a impartir clases en la Universidad. Hace treinta y tantos años. Se lo contaba con un alborozo casi infantil y con la ternura que un padre se merece. “Papá”, le decía. “Fíjate si tengo suerte: trabajo en algo que me gusta mucho y encima me pagan”. Es verdad que hago otras cosas que me agradan por las que nada me abonan… En fin, no me quejo.Pero volvamos a la lectura. Los libros son siempre unainstrucción. Hasta con un pésimo volumen aprendes. Hacen falta criterios, claro: para poder distinguir el bodrio de la prosa eximia. Yo disfruto leyendo libros-basura (para qué mentir), esas producciones meramente circunstanciales que dicen mucho del autor, del lector, del editor y del tiempo amargo o chistoso que nos ha tocado vivir. Señala Elvira Lindo en el prólogo que me escribió para Bestiarioespañol(un volumen que publiqué hace unos pocos años) que yo soy el hombre que todo lo leía: hasta la literatura de lodazal. Sin duda exageraba, cariñosa, generosamente: exageraba Elvira Lindo. Yo no procuro tal cosa (tenerlo todo leído), pero sí que aspiroa devorar obras inferiores o chabacanas, a leer por ustedes. Alguien tiene que hacer el trabajo sucio en esta ciudad, ¿no es cierto? Aspiro a leer por ustedes, digo. Aspiro a que la morralla literaria de las celebrities me sirva para entender mejor la actualidad. Aspiro a que las memorias con las que se justifican magnates, mangantes o mandamases me instruyan sobre la doblez, sobre la picaresca, sobre el crimen, sobre la ambición más prosaica. Vivo en un mundo escaso, en mi barrio, y apenas salgo, sólo unos kilómetros más allá. Por eso leo: precisamente para hacerme una idea cabal del mundo. Y el mundo es bueno, malo y regular. Por ello, mi dieta lectora es variada, incluyendo la literatura de lodazal. Aprovecharé las fiestas para satisfacer estos vicios. Eso sí, espero no morirme de un atracón navideño.