Permítanme tirar de tópico y frase hecha para decir que éste está siendo un otoño caliente para Paco Roca. Nos hemos acostumbrado a que -afortunadamente- cada uno de sus nuevos cómics se convierta en noticia editorial de gran calado más allá de las cuatro estrechas paredes del mundillo del cómic, y las postrimerías de septiembre y el arranque del mes de octubre han supuesto una eclosión de novedades asociadas para el dibujante valenciano.
Así, en “Batman: El mundo” (ECC Cómics), Roca acaparaba el protagonismo en una antología que cuenta con autores de todo el mundo a través de una portada que, una vez más, utiliza de manera extremadamente inteligente los símbolos para traer a su terreno y naturalizar algo que no ha surgido estrictamente de su cabeza. Batman fue creado por Bob Kane y Bill Finger, pero traer al Hombre Murciélago de vacaciones (y aventuras) a Benidorm es algo que solo puede llevar a buen puerto Paco Roca.
Algo parecido pasó con “El tesoro del Cisne Negro” (Astiberri), una historia de intriga internacional y tesoros hundidos con guion de Guillermo Corral que, sin hacer de menos la labor de este, Paco Roca acabó haciendo suya en un sentido que va mucho más allá de dibujar lo que otra persona ha escrito. Alejandro Amenábar ha convertido este cómic en la serie “La Fortuna” (Movistar+), un deslumbrante ejercicio de cine de escuela Spielberg en formato serie que se ha convertido, por méritos propios, en uno de los estrenos españoles de la temporada. La mano de Paco Roca sobrevuela de manera sutil pero palpable en la propuesta visual de una serie que ha conseguido llevar a imagen real lo que hasta hace no mucho era territorio exclusivo de Hollywood o de ese territorio donde todo es posible como las páginas de un cómic.
Que el cómic es un medio en el que el límite lo marcan las manos y la audacia del artista es bien palpable en un proyecto híbrido como “El dibujado”. La exposición del mismo nombre de 2019 permitió a Paco Roca convertir las paredes del Instituto Valenciano de Arte Moderno en páginas de un cómic en el que el valenciano ponía a prueba su músculo creativo a través de una narración sin diálogos y que utilizaba los espacios como una herramienta más. Ahora este cómic único se convierte en papel en una cuidada edición de Astiberri, que ha sabido afrontar el reto de devolver el arte secuencial a su formato habitual, con una interesante traslación que incluye páginas desplegables y refuerzas los lazos entre dos ámbitos artísticos con muchas intersecciones por explorar. A ver qué nos tiene reservado el bueno de Paco para invierno.