ANNA ENGUIX: ¿Cuál es el atuendo más adecuado para estos días de verano? Todo depende del lugar y del decoro que uno quiera imponerse. En las zonas de playa se permite por ejemplo el uso de chanclas, pareos un tanto horteras, e incluso pamelas de lo más pintorescas. En los barrios, los monos con estampados aztecas, los grandes escotes, y los mini shorts. ¿Y en casco histórico de Valencia? Prefiero no adelantarme a los acontecimientos, pero el abanico es tan sumamente extenso que necesitaría más de una página para poder explicároslo. Dicho esto, admiro el horterismo que se da en estas fechas, a aquellas personas que no tienen ningún miedo a la hora de combinar prendas, colores y estampados; sin embargo, existe algo que no aguanto ni aguantaré, y es a aquellos hombres que las altas temperaturas les obliga a quitarse las camisetas en los lugares más inauditos. No me malinterpretéis, el problema no es ver a un hombre sin camiseta en un paseo marítimo, el problema viene cuando en una fiesta abarrotada de gente, como si de un reflejo se tratase, en el momento que uno de los hombres de esta decide quitarse la camiseta se produce el efecto dominó provocando un strip-tease colectivo.
Llegué a esta reflexión hace un par de días cuando una buena amiga mía y yo, mientras disfrutábamos del techno más gustoso de Berlín en la discoteca About Blank, nos vimos casi embestidas por una retahíla de alemanes de dos metros sudorosos sin camiseta que querían acercarse lo máximo posible a la mesa del dj. ¡Ni un mísero Entschuldigung (perdón)! Literalmente, pudimos incluso detectar el tipo de desodorante que cada uno de ellos utilizaba, lo que me llevó a reflexionar sobre el espacio -metafóricamente hablando- que hombres y mujeres respectivamente ocupamos en el ocio nocturno. No es que yo me considere una puritana, ni mucho menos, simplemente sigo preguntándome porqué unos sí, y otras no.
Lo mismo ocurre en los festivales y en los conciertos masificados; a pesar de que tanto mujeres como hombres pueden vestir como quieran, existen todavía innumerables privilegios de los que todavía nosotras carecemos. Por ejemplo, ¿cuál es la proporción de mujeres en la gran mayoría de “pogos”? No se trata de fuerza o de altura, sino de respeto, ese mismo que muchos hombres parecen obviar cuando nos ven sudando mientras ellos lucen sus nuevos tatuajes en la espalda y abdominales definidos. Lo que llama la atención, es que esto sigue ocurriendo en espacios “seguros” y de “ocio alternativo”, ¿que puede haber más alternativo que un concierto de post-punk? La verdad es que temo que la legitimación de este tipo de conductas, o el dicho “alternativismo” acabe imponiendo un dogma igual de retrógrado que cualquier otro. A pesar de que innumerables grupos han explicitado que en determinadas canciones
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solo se permiten “pogos de chicas”, no creo que esta sea la solución. Considero, que de nuevo, el dilema está en que determinados hombres, tras una o dos copas, sacan a su yo interior más profundo y necesitan recalcar por activa y por pasiva lo “hombres que son” y la fuerza descomujnal que poseen y que a mi al menos me molesta mucho. Es por esto, que desde aquí, en la calima que evaporiza el Spree reivindico solidaridad, porque calor y sudor en los sitios más inesperados tenemos todas y todos, sin embargo, solo unos pocos cuentan con el privilegio de poder aliviarse de esta calima sin tener que sufrir ningún tipo de prejuicio. En definitiva, el verano deja muchas cosas a la vista, pero de nosotros depende entender las dinámicas que se dan en determinados lugares erradicándolas o al menos criticándolas; así que aquí, o todos o ninguno.