“Este libro quiere ser una celebración. Una celebración de Nicolas Cage y, por extensión, de esa experiencia mágica (¡chamánica!) que es ver películas”. Así nos invitan sus autores -el dibujante Paco Alcázar y el escritor Torïo García- a acompañarlos en el viaje en que consiste su libro ilustrado, Las 100 primeras películas de Nicolas Cage, recién publicado por el sello ¡Caramba!, de Astiberri Ediciones.
Como explican sus autores, el libro es todo un recorrido por lo sublime e incluso por lo terrible de la vida y de la extensa trayectoria cinematográfica del singular actor. Dividido en dos partes, la primera se adentra en la intimidad de Cage: en las etapas, facetas y curiosidades de su vida privada (en su mayoría, hilarantes y demenciales), su familia, amores, múltiples matrimonios, su personal estilo interpretativo (bautizado por él mismo como “Nouveau Shamanic”), su estética extravagante (sus cambios de pelo ocupan 4 páginas del libro), derroches millonarios, anécdotas inverosímiles de sus rodajes o el llamado “fenómeno Cage” creado en Internet; la segunda parte, constituye un profundo y divertido repaso por toda su filmografía (¡un centenar de películas!), desde su debut oficial en 1981 con el piloto para una serie de televisión a su última interpretación en la película Jiu Jitsu, de 2020.
Todos los textos que narran la vida y la obra del actor están ilustrados por los dibujos de Alcázar, pero como decía la crítica Desirée de Fez en su reseña para El Periódico, más allá de lo bonito que es (los dibujos de Alcázar son siempre magníficos), el libro es extraordinario y muy interesante por diversas razones.
En primer lugar, por el modo como sus autores se acercan a la figura del actor. Ante todo, Las 100 primeras películas de Nicolas Cage, es un libro realizado desde la admiración y el sentido del humor. Una de sus grandes virtudes es la dignidad y ambivalencia con la que describen al personaje (no digo personaje en un mal sentido), desde una mirada irónica y al tiempo de adoración sincera, reconociendo la amplitud y ambigüedad de su carrera, sus altibajos personales y profesionales, sus éxitos y fracasos, también sus excentricidades en la vida privada (y la atracción y asombro que ellos mismos sienten por ese carácter ridículo y extravagante). En este sentido, también cabe decir que la decisión de contar la intimidad del actor no obedece a un propósito morboso, sino al hecho de que, como se relata en el libro, en su caso, no puede separarse al actor del hombre, pues posiblemente ambas facetas se retroalimenten: su personalidad termina siendo tan excesiva como sus interpretaciones.
En segundo término, el libro constituye un imaginativo y admirable trabajo de investigación, realizado con profundidad y gracia, lo que permite al lector aproximarse y conocer la trayectoria del actor, o si una ya es muy fan, obsesionarse todavía más con ella. En el libro se muestra la preocupación de sus autores por reivindicar a Cage como lo que es: una figura fundamental del cine y de la cultura popular contemporánea, un actor que pasó de hacer cine independiente a convertirse en una superestrella de Hollywood, que ganó un Óscar por Leaving Las Vegas y fue nominado otra vez por Adaptation (sin olvidar todas las interpretaciones por las que debería haberlo estado), que ha trabajado con los mejores directores de su generación, y que también ha tenido etapas complicadas. Como decía, este retrato lo alcanzan desde la honestidad, repasando con precisión y humor una carrera llena de altibajos, de trabajos geniales y muchos otros olvidables. De este modo, los autores consiguen explicar ese interés y esa fascinación de la que nace el libro.
Como Alcázar y García se proponían en el prólogo, Las 100 primeras películas de Nicolas Cage es una celebración extraordinaria de esa figura única e irrepetible de nuestro tiempo que es Nicolas Cage, y, con ello, de toda la experiencia que es ver película, del placer por el cine. Ojalá finalmente consigan hacerlo llegar al mismo actor.