INMA GARÍN:Para los urbanitas, ver “Las guerras de mis antepasados” supone adentrarnos en un paisaje desconocido y brutal. Adaptada por el dramaturgo Eduardo Galán e interpretada por Carmelo Gómez con un equipo artístico y técnico fantástico llega ahora esta -que debe ser- la tercera adaptación en castellano de la novela escrita en 1975 por el insigne escritor vallisoletano. Título que se ha programado muy oportunamente ahora para hacer un alegato a favor de la paz y de la bondad tan necesarias en el mundo de hoy.
Pacífico Pérez (Carmelo Gómez) es un recluso que está siendo interrogado por el psiquiatra Dr. Burgueño López (Miguel Hermoso) en el despacho de este último. Un espacio no realista diseñado con bloques móviles por Mónica Bopromello donde la palabra luce con todo su esplendor. Se trata de repasar la vida del condenado a muerte mientras un magnetofón graba la conversación; un repaso de toda una vida en el campo hasta hoy, cuando el final se aproxima. Todo detalle es útil con tal de poder entender las claves del peculiar comportamiento del reo a fin de salvarlo de su trágico destino. La sumisión del antihéroe y lo dramático de una vida de alguien incapaz de salvarse a sí mismo; ni siquiera de dejarse salvar, por mucho que el doctor lo intente.
De Delibes se han adaptado al teatro numerosos textos “Señora de rojo”, “Cinco horas con Mario”, “La hoja roja” o “Los santos inocentes” (próximamente en el Teatro Flumen). Sus textos siempre aportan algo muy profundo a nivel de pensamiento, imagen o lenguaje; no en balde Delibes ha sido Premio Nacional de las Letras, Premio Cervantes, Premio Nacional de Narrativa, y Doctor Honoris Causa por la Universidad de Salamanca. Sus personajes logran -como es el caso- dimensiones universales.
Disfrutar del trabajo de un actor tan completo como Carmelo Gómez es una maravilla pues se mete hasta la médula, consigue el acento propio de aquel Pacífico que creo la mente del escritor, le otorga su gesto, su movimiento, su expresión. Logra emocionar y atrapar al espectador, muy bien servido por Miguel Hermoso, que tiene el papel de conducir ese viaje tremendo del que no cumple con las expectativas de su linaje; bisabuelo, abuelo, y padre partícipes de guerras varias, hombres hechos a la violencia y al odio, un legado que Pacífico no podrá ignorar: el mundo rural se impone.