ANDREA MOLINER: El pasado cinco de octubre, a las 13:00 hora española, el señor sueco de todos los años al que cariñosamente este año he decidido llamarle Björn – como uno de los integrantes de Abba, el del flequillo, el de la amplia sonrisa- anunció al mundo el nombre de la persona merecedora del Premio Nobel de Literatura 2023. Ahí me teníais, esperando, frente al ordenador, entre novelas y ensayos, rezando para que ningún cliente de la librería se le ocurriera entrar a preguntar por la última novela de Pérez Reverte justo en el momento del anuncio. Confiaba en que, tal y como sucedió el pasado año, pudiera dedicar el artículo de esta semana a desglosar la obra, vida y milagros de la o el merecedor en cuestión. A riesgo de retrasar su redacción, y por tanto, de faltar a mi cita quincenal en librerías y kioscos de todo el territorio de la CV. No fue así.
El nombre de Jon Fosse (un novelista y dramaturgo nacido en Hausgesund, Noruega, hace sesenta y cuatro años) sumió a gran parte de la comunidad lectora en numerosos interrogantes: “¿quién es?” “¿Qué ha escrito?” “¿Estaba en las quinielas?” Así como en una única exclamación: “¡Otro autor que no conoce ni el tato!” Además de la tradicional lluvia de memes que por estas fechas cae sobre el pobre Haruki Murakami – este año le van a conceder el Princesa de Asturias, así que menos bromas que cualquier día la mofa se tornará en celebración o estupefacción, depende de los ojos con los que se observe-. Nadie parecía saber de Fosse, nadie, a excepción de las ratillas de biblioteca, entre las que se encuentra una servidora, que previamente bucearon en el catálogo de De Conatus, la editorial que desde 2018 lleva editando la obra de Fosse en España. El sello creado por Silvia Bardelás y Beatriz González, este sello independiente lleva años dando muestras de su visión a la hora de poner en valor y reivindicar la obra de autoras y autores que, poco a poco, van haciéndose un hueco entre las estanterías de los lectores de este país. Su reciente éxito editorial – gracias al boca a boca y a una apuesta arrojada por parte de sus responsables- de Los árboles de Percival Everett ya hacía prever que la recompensa andaba muy cerca y que ha acabado por cristalizarse en un Nobel de Literatura. Todo un premio al esfuerzo y a la dedicación por hacer llegar la obra de un autor del que poco o nada sabíamos.
No obstante, la voracidad del mercado editorial patrio ha llamado a la puerta. Y es que en los últimos días Penguin Random House anunciaba a través de todos sus canales de difusión la adquisición de sus derechos, además de la traducción y publicación en España de cinco títulos – cuatro de ellos inéditos- de aquí a 2024. Por fortuna y al contrario de lo que sucedió con la editorial valenciana Pretextos respecto a Louis Glück (uno de los casos más lamentables y un ejemplo de como los grandes grupos acaban sepultando el trabajo de los pequeños editores) desde De Conatus han salido al paso asegurando que tanto Trilogía, Septología y Mañana y tarde – en coedición con Nórdica- seguirán en su catálogo hasta que venza el plazo de diez años por los que la editorial ha pagado. Es la historia de David contra Goliat, del humilde proyecto literario frente al gran conglomerado empresarial, de quienes apuestan por la vanguardia y de los que van a rebufo de ella, aprovechando la más mínima oportunidad para hacerse suyos la dedicación de tantos años. Y, si bien es cierto que Penguin ha conseguido hacerse suyos los méritos de otros, De Conatus ha conseguido resistir, al menos, con sus tres importantes bastiones, que son libros, a buen seguro magníficos. O no. Cada lector juzgará a su debido tiempo.
Más allá de las luchas empresariales dentro de la lógica del capitalismo en el que todas y todos nos vemos diariamente atrapados, lo importante es leer a Jon Fosse, descubrir su obra, dejar de lado cualquier prejuicio. Y es que en ocasiones la Academia Sueca nos brinda la oportunidad de sacar del ostracismo mediático a escritoras y escritores enormemente talentosos para catapultarlos hacia un público más amplio, más allá de las fronteras geográficas o de la propia lengua en la que están escritos dichos textos. Gracias a este galardón sabemos que Fosse, además de un consumado dramaturgo y novelista, escribe en nynorsk, una lengua minoritaria en Noruega, lo cual entraña cierta dificultad a la hora de traducirlo. O que uno de sus autores teatrales de referencia es Federico García Lorca, además de ser el corrector de las obras de Karl Ove Knausgard. Todo eso no lo sabríamos de no ser por el Nobel otorgado, sí, a un autor semidesconocido, pero del que podemos disfrutar como buenos agricultores del saber y la curiosidad intelectual.