Las canciones más escuchadas en España a lo largo del recién fenecido 2021 fueron grabadas por Bad Bunny, Sebastián Yatra, Mike Towers, Aitana o Rauw Alejandro. Son músicos que nos merecen todos los respetos, por supuesto, pero de los cuales apenas hablamos es estas páginas. Y es que tratamos de canciones, claro. Porque la prueba del algodón, por mucho que los consumos actuales parezcan negarlo por su fugacidad, sigue siendo la elaboración de un álbum completo. Por muy antiguo que siga sonando. Sin la existencia de los álbumes, no nos habríamos enterado de que Rauw Alejandro, aparte de hacer un hit tan irreprochable como “Todo de ti” (¿existe alguien que no la haya escuchado aún?), llegó a marcarse una extraña e imprevisible pieza de drum’n’bass en su propio disco. Ni tampoco habría sido el año, con todo merecimiento, de C. Tangana o de Alizzz, músico y productor cuyas inquietudes y virtudes no hubieran lucido en todo su esplendor sin sus colaboradores y sin el eclecticismo que abandera la más de media hora de duración de sus respectivos discos. Ni tampoco lo nuevo de Adele o The Weeknd habría deparado una hechura tan consistente: apenas rebasan los 30 años, pero pensaron en forma de álbum. Como un concepto. Porque puede que la forma de escuchar música haya cambiado, pero tampoco deja de ser cierto que la valía de un artista se suele medir en la distancia larga y es razonable que así sea, al igual que las series de televisión ofrecen esa dimensión (por duración, fundamentalmente) que retrata la complejidad de sus personajes con un detalle que a veces los largometrajes (no digamos los cortos) no logran plasmar.
Tras esta perorata, que nos sirve para justificar de nuevo este resumen anual que venimos perpetrando con alevosía y algo de nocturnidad de forma ininterrumpida en estas páginas desde 2003, vamos al grano. Nuestra próxima entrega dará cumplida cuenta de nuestra lista de mejores discos y de lo que dio de sí la escena estatal, pero ahora es momento de destacar algunas constantes foráneas. El bombeo post punk que no se agota, por ejemplo, que contó con brillantes entregas a cargo de Squid, Black Country, New Road,
Shame, Idles o Parquet Courts. También la de otros que nacen del post punk aunque su fórmula, más entrada en años, tenga sello propio, como Arab Strap o Sleaford Mods. La música negra, que nos hizo gozar con Jon Batiste, Silk Sonic, Kanye West, Arlo Parks, Tirzah, Doja Cat, Leon Bridges o una enorme Little Simz. La que es negra, pero la hacen músicos blancos, como Nathaniel Rateliff & The Nightseats. O el pop electrónico de nuevo cuño, como los fabulosos discos de For Those I Love y Fred Again, posiblemente los que mejor expliquen lo que fue este anhelante 2021 en que el final del túnel no termina de lucir.
En su propia liga jugaron ese cruce glorioso entre free jazz, electrónica y clásica que fue el disco de Floating Points, Pharoah Sanders y la Filarmónica de Londres. O lo último de los infalibles Low. O lo de los Kings of Comvenience, doce años después. También las dos revelaciones femeninas: Cassandra Jenkins y The Weather Station, en sendas entregas embriagadoras, una mixtura de pop, folk y jazz absolutamente convincente. Y también rindieron a buen nivel veteranos como Paul Weller, Van Morrison, Tom Jones, Elvis Costello, Marianne Faithfull o Nick Cave (con Warren Ellis), aunque su capacidad de sorpresa haya mermado.
Quien no encuentre estímulos musicales en el presente, que se lo haga mirar. En cualquier estilo o formato imaginable. En la corta o en la larga distancia. Aquí y allí. Así que lo dicho, en nuestra próxima entrega redondeamos el balance de 2021.
