CARLOS PÉREZ DE ZIRIZA: Cada vez se complica más esto de las listas y los resúmenes de fin de año. Son tantos los discos publicados en el mundo y son tantos los filtros a través de los cuales nos pueden llegar, que cuesta mucho trazar unas líneas comunes y unos álbumes que sugieran consenso. Es imposible llegar a todo. Ni a la mitad. Si la vida no nos da ni siquiera a quienes nos dedicamos a esto full time, ¿cómo va a alcanzarle a quien tenga muy distintas obligaciones laborales, y además quiera o tenga que dedicar gran parte de su tiempo a cuidar y disfrutar de su familia? Recuerdo con cierta nostalgia aquellos tiempos, antes de que internet cambiara nuestras vidas, en que era relativamente fácil ponerse de acuerdo con amigos sobre cuáles nos parecían los mejores discos del año. Muchas veces coincidían con los de la prensa especializada. Aquellos noventa del Parklife (1994) de Blur, del Una semana en el motor de un autobús (1998) de Los Planetas o del Mezzanine (1998) de Massive Attack. Estaban más o menos claros cuáles nuestros santos griales. Nos queda el consuelo de que algo queda, de que algunas de las cosas que podamos recomendar desde aquí acaben permeando y haya quien descubra nuevos universos creativos gracias a algunos de los nombres que garabateamos. Digamos que nuestros devocionarios ahora son más personales que nunca, muy en consonancia con la proyección singular de nuestros gustos que todos podemos proyectar individualmente a través de las redes sociales. Y quizá tampoco sea necesariamente peor: se amplía la coralidad en las recomendaciones. Hay más donde elegir, pero también porque hay más gente recomendándonos, con su particular criterio como filtro.
Yo me he sorprendido al darme cuenta de que la mayoría de mis discos favoritos de este año están firmados por mujeres. No porque eso sea una novedad, sino porque la presencia femenina me ha resultado más acaparadora que nunca. Julie Byrne, Caroline Rose, Róisín Murphy, Romy y Everything But The Girl han firmado trabajos fascinantes, en año en el que también se ha destacado – con razón – los elepés de Lana del Rey, Boygenius, Caroline Polachek, Olivia Rodrigo o Jessie Ware. También me han gustado mucho los de veteranos como Yo La Tengo, Lloyd Cole, Blur, Robert Forster, The Clientele, Slowdive, Damien Jurado, Anhoni and the Johnsons, Will Johnson o Depeche Mode. Y de talentos más jóvenes, como los de Grian Chatten (el frontman de Fontaines DC), Overmono, Shame, Bar Italia, Yves Tumor, Yaeji, Wednesday, Model/Actriz o Mandy, Indiana.
De entre todo lo que se ha hecho en España, me atraparon los discos de Sílvia Pérez Cruz, Fino Oyonarte, Adriano Galante, Surfin’ Bichos, Rodrigo Cuevas, Joaquín Pascual, The New Raemon, J (Los Planetas), Núria Graham, Cala Vento, María José Llergo, La Paloma y Triángulo de Amor Bizarro, y aún me quedan por escuchar – y lo haré porque hablan maravillas de ellos, y los precedentes les avalan – los de Lisabö, Verde Prato o Roldán. En mi próxima entrega os contaré cuáles han sido para mí los mejores discos valencianos y resumiré mi lista internacional.