FUNERARIA LA SOLEDAD
Hay biografías que saltan a la vista y otras más escondidas que la cara del Coyote. Eso nos ha pasado en esta casa al recibir el cuerpo, casi irreconocible, de un tipo esmirriado, poca carne envolviendo los huesos flacos de solemnidad, los ojos abiertos como los de un cordero muerto antes de meterlo en el horno. La chapa de identificación ponía simplemente: Santiago Cantera. Ese detalle, y los jirones de un hábito que parecía el de un monje, nos movieron a investigar quién era de verdad el fiambre antes de la mortaja definitiva. ¡Hostia puta!: se trataba del prior de la Basílica donde moran como reyes satisfechos el sátrapa Franco Bahamonde y el amante de las pistolas falangistas más que de las urnas José Antonio Primo de Rivera. ¡El jefe del Valle de los Caídos, nada menos! Y fuimos rápidamente a su biografía. Fue profesor en el CEU San Pablo de Madrid. Un buen día sintió “una sed inmensa de Dios” y se apuntó a monje benedictino. Poco a poco ascendió en el escalafón y ahí estaba: prior del monumento más impresionante levantado para honrar a la ignominia histórica. Su versión del horror cuando la construcción de esa fanfarria arquitectónica es para enmarcarla: los miles de enterrados “de uno y otro bando” en los cimientos de Cuelgamuros “están hermanados hoy de cara a la eternidad”. Para alucinar serían las clases de ese individuo antes de subirse a lo alto de la cruz y ponerse a desbarrar como si fuera Paco Camps cuando se declaraba iluminado por el Altísimo en su transubstanciación de la mano fláccida y santa de Juan Cotino. Total, que cuando supimos quién era el muerto, nos pusimos a averiguar las circunstancias de su fallecimiento. Ningún secreto gordo. Tenía el tipo la costumbre de amenizar las visitas turísticas a la Basílica haciendo malabarismos en lo alto de la Cruz. En una de sus arribadas a la cruceta perdió pie y se despanzurró a la vista de una feligresía que consideraba la caída parte del espectáculo. Los aplausos guiris los sumamos -en esta más que grata celebración- a nuestros aplausos.