Como denuncia con mucha razón la Red Española de Filosofía en un comunicado publicado el 28 de octubre, debido a la grave situación sanitaria provocada por la pandemia y a la crispación política que vive el país, muchas cuestiones relevantes para la ciudadanía están quedando en un segundo plano, fuera del debate público. Es el caso de la ruptura del consenso logrado en el Congreso, por unanimidad, para recuperar la asignatura dedicada a la Ética en 4º de la ESO, la cual fue eliminada por la LOMCE de José Ignacio Wert. Todos los grupos votaron a favor de recuperar un ciclo de enseñanzas filosóficas que empezara en 4º con Ética y siguiera en primero y segundo de Bachillerato con Filosofía e Historia de la Filosofía; también Pedro Sánchez, el cual todavía no era presidente, apoyó la medida personalmente de forma pública, subrayando la importancia que tenía para él la filosofía y explicando cómo la asignatura y su profesor habían sido muy importantes para él cuando estudiaba en el instituto.
A pesar de este acuerdo, el 20 de octubre se votó en la Comisión de Educación del Congreso no cumplir con dicho acuerdo y, por tanto, la nueva LOMLOE muestra cómo el PSOE no tiene inconveniente en mantener algunas de las medidas más cuestionables de la Ley Wert. Si nadie lo remedia en las últimas fases del proceso, no habrá filosofía en Secundaria en la nueva ley educativa. En lugar de la asignatura de Ética en 4º impartida por especialistas como inicio del ciclo de enseñanza en materia de filosofía, la ley contempla unos “valores cívicos” en 3º de la ESO al estilo de la Educación para la ciudadanía de Zapatero, de una naturaleza muy diferente a una asignatura propiamente filosófica y no necesariamente impartida por especialistas. De esta forma, los estudiantes que no cursen Bachillerato o FP, abandonarán la educación secundaria sin haber tocado un libro de filosofía en su vida.
Como mucha gente -del gremio filosófico y ajena a él- está denunciando, una asignatura de valores cívicos supone una especie de catequesis laica en la que el alumno aprende una lista de valores que debe adoptar de forma aséptica, sin una fundamentación rigurosa que solo puede ser de carácter filosófico. Para Kant, dicho mal y pronto, la libertad no es hacer “lo que a uno le de la gana”, la libertad es precisamente ser capaz de sobreponerse a las inclinaciones y decidir cómo quiere uno actuar -en Kant, la pregunta será más bien cómo debe-; dicha libertad requiere de cierta actividad reflexiva. Sin una Ética filosófica, pues no hay otra, que trate la fundamentación de la acción adecuadamente, estamos privando a los adolescentes de la oportunidad de recibir una formación básica de calidad en filosofía moral de acuerdo con lo que la sociedad demanda, de trabajar de forma reflexiva y de la mano de especialistas en esa libertad que comentaba, tratando cuestiones como “¿qué debo hacer?” o “¿Por qué debo hacerlo?”.
Desde la acción más puramente individual hasta la organización de nuestras sociedades, pasando por la relación con los demás, nos enfrentamos continuamente a problemas éticos. Por este motivo, que los más jóvenes no tengan la oportunidad de conocer, aunque sea de forma básica, las posturas de los grandes pensadores de nuestra cultura respecto al deber, la felicidad y la justicia -debatiendo y reflexionando con sus compañeros de la mano de un guía especialista en estos temas-, empobrece de forma dramática la calidad de la educación secundaria. Sin un por qué; sin una fundamentación racional acerca de los valores; sin pensar una sola vez en su vida sobre los debates éticos que llevamos tratando 2500 años, es difícil que los ciudadanos sean capaces de dialogar -con los demás o consigo mismos-, sobre la corrección o justicia de sus actos y propósitos e igualmente sobre la corrección o justicia de los actos de los demás, de las acciones de los poderes políticos y económicos, y de nuestros fines como sociedad. A lo mejor es por eso que se considera prescindible.
En definitiva, nadie se va a morir por no estudiar ética en 4º de la ESO, pero hacerlo es potencialmente enriquecedor para los adolescentes y para la sociedad y, por tanto, lejos de corporativismos, creo que deberíamos defender lo que supone un elemento fundamental en una educación de calidad. #NoSinÉtica