DOLORS LÓPEZ: “Valencia es mujer”, decía Carmen Alborch. Y derrochaba una sonrisa que llenaba las calles y las plazas de salitre y brisa fresca.
Hace un año que nos falta, pero su aroma sigue impregnando este mes de noviembre en todas y cada una de las manifestaciones contra la violencia de género. Hoy nacerá una niña cerca de nosotros. Su madre la abrazará y la alimentará. La cubrirá de ternura y caricias. Pero si no paramos esta barbarie, nada va a impedir que dentro de unos años, pueda ser una de las mujeres asesinadas por su pareja. Como todas y cada una de las que ya engrosan la macabra cifra. No importa la posición social, ni la cultura, ni la religión. Ni la edad. Ser mujer, nacer mujer en este mundo, continúa siendo un factor de riesgo. Lo dice la ONU. Lo avala el recuento sangriento de víctimas. Tenemos leyes, pero también seguimos teniendo una justicia que rezuma patriarcado por muchas esquinas…. Por muchas sentencias. Demasiadas. Así no podemos proteger a nuestras niñas de las agresiones y violaciones a manos de salvajes. Ni podemos acabar con el feminicidio. Es imprescindible el compromiso de todos. También de los profesionales de la jurisprudencia. Tendrá que modificarse el Código Penal sobre los delitos y la violencia sexual. Y la mente de los que aplican la ley. Cada víctima de la violencia de género, en cualquiera de sus manifestaciones, nos hiere, nos humilla, nos mata. Llevamos dos años marcando una fecha en la historia. Dos años inundando las ciudades el 8 de marzo con un clamor irreductible, creciente, inmenso. Un grito unísono que arranca desde lo más profundo de cada persona. Queremos vivir en una sociedad en la que no se someta, desprecie, maltrate y mate a las mujeres por el hecho de serlo. Una sociedad democrática del siglo XXI no debe tolerar que una gran parte de los hombres crea que está por encima de las mujeres, que puede vejarlas y agredirlas.El estruendo del 8 M ha incomodado a la “bestia negra”, que siente amenazado su poder tirano. Lanza zarpazos en forma de sentencias, declaraciones y amenazas sacadas de los tiempos más oscuros. Son ya tres sentencias. Tres vergüenzas que señalan a un sector de la sociedad por firmarlas. Y a la sociedad entera si no reclama justicia y protección para las mujeres. No podemos hacer dejación de nuestra responsabilidad, y necesitamos a los hombres en esta empresa. Tenemos derecho a vivir en igualdad. Tenemos derecho a sentirnos seguras y protegidas. Carmen estará de nuevo el 25 N con nosotras. Detrás de la pancarta, unirá su fuerza a la nuestra, mientras recorremos los lugares que atesoran su recuerdo. Valencia, mujer, será violeta el 25 de noviembre.