Cartelera Turia

OSCAR 2021: Películas perdurables

El próximo 25 de abril se celebrará la ceremonia de los Premios Oscar 2021. Me interesan muchas de las películas nominadas esta edición, algunas incluso me gustan mucho. Pienso en Sound of Metal, Minari, Mank, Nomadland, Una joven prometedora, Otra ronda o El agente topo. Sin embargo, también tengo la impresión de que pronto habré olvidado algunas de ellas.

No se trata solamente de una impresión personal; gente cercana y compañeros que también escriben sobre cine comparten esta misma sensación de fugacidad, de inconsistencia de las películas a lo largo del tiempo. A veces salimos impresionados del cine, compartimos en redes nuestro entusiasmo por la película que acabamos de ver, ocupa nuestras conversaciones físicas y virtuales, le seguimos dando vueltas después de la proyección, y al cabo de un tiempo -no mucho, unos días, quizá unas semanas, en ocasiones unos meses- la olvidamos, ya no nos parece tan magnífica, se desinfla nuestra impresión de entonces, o simplemente pasamos a otra cosa. Otras veces salimos cabreados, compartimos nuestro enfado, o preferimos mantenernos al margen, nos callamos, pero al cabo del tiempo también terminamos olvidando muchas de esas películas que tanto llegamos a odiar. Posiblemente este hecho tenga mucho que ver con los tiempos que marcan las redes sociales, donde todo caduca y todo se sustituye demasiado pronto, un espacio más de esta rueda en la que vivimos. Sin embargo, no por haber aceptado este hecho puedo dejar de preguntarme por ello: ¿Qué ha pasado para que esto suceda? ¿Nos ha dejado de importar el futuro de las películas? ¿Ya solamente nos interesa o podemos pensar en el presente más inmediato?

Con esto no quiero hacer generalizaciones. Hay películas que nos agradan pero que sencillamente no ocupan un lugar duradero en nuestro pensamiento. Que nos gusten, nos parezcan interesantes o las consideremos buenas no siempre significa que sean memorables. Para mí, esto es lo más difícil de conseguir: que una película perdure. Es natural que esto dependa de factores diversos, quizá en su mayoría personales, más allá de unas cualidades más o menos objetivas (si acaso es posible llegar a un consenso sobre éstas); de nuestras afinidades y debilidades, de nuestra mirada sobre la película en función de ellas, quizá también de las circunstancias, el momento o la etapa de la vida en que la vimos.

Pero tampoco quiero eludir la responsabilidad de los cineastas -no solamente de los directores, hay mucha más gente detrás de lo que vemos en las pantallas, aunque a menudo lo ignoremos- sobre esta virtud. Como decía, recordamos las películas por razones distintas, las más de las veces subjetivas, pero entre esos motivos también están sus cualidades cinematográficas. Las recordamos porque fueron capaces de reflejar una mirada, de sugerirnos una visión sobre ciertos asuntos, de causarnos unas sensaciones y sentimientos. Recordamos secuencias concretas porque sus equipos, mediante el trabajo de cada una de sus partes, de la unión y el juego con los recursos cinematográficos -los diálogos, los espacios en que transcurren, los tiempos, el ritmo, la iluminación, la fotografía, las ópticas y los planos, los sonidos, la música, las interpretaciones de los personajes, el vestuario, el montaje, lo visible y lo invisible- fueron capaces de narrar en imágenes esas ideas y posibilidades.

Sigo pensando en Otra ronda, la última película de Thomas Vinterberg (nominada a Mejor Película Internacional y Mejor Director); en su capacidad de filmar las pulsiones de vida y muerte que puede haber en toda existencia humana, en la forma extraordinaria y sin moralismos como narra y transmite el dolor y el placer por la vida. Recuerdo la secuencia de la cena, en la que están reunidos todo el grupo de amigos profesores. Para mí es una secuencia clave, una de esas en las que todo funciona. Todos sus elementos consiguen reflejar con lucidez la oscuridad de la que nace el viaje de los personajes, la búsqueda de libertad desde el vacío.

Solamente han pasado unos días desde que la vi, pero entre tantas películas olvidadas u olvidables me agrada tener la sensación de que es una película que recordaré. Por el momento no me parece exagerado el modo como muchos han calificado su secuencia final: es memorable

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