A pesar de su título este necesario documental de Barbara Miller habla más de dolor que de placer. Pero sobre todo de la reacción y la lucha contra los principios que promueven, propagan y mantienen ese daño ancestral hacia las mujeres, reconocible en cualquier parte del mundo. Las labores de contestación en forma de iniciativas o proyectos personales se encarnan en cinco mujeres de cuatro continentes, cada una desde una experiencia vital y sobre un tema específico: la erradicación de la ablación, la ruptura con el sistema de control familiar y social del judaísmo ortodoxo radical, la denuncia de los abusos sexuales dentro de la Iglesia católica, la libertad de elección de matrimonio o la descriminalización de la representación artística de la vagina. Mujeres de Reino Unido-Somalia, Estados Unidos, Alemania, India y Japón reflexionan acerca de la concepción de lo femenino y del trato que reciben las mujeres en sus respectivas culturas. Y de ahí emana inevitablemente la estampa de una misoginia sistémica, atávica y global. Una misoginia llena de matices, recovecos y contradicciones, pero profunda. Como dice una de las protagonistas, se ve a las mujeres como necesarias y enemigas al mismo tiempo. Es urgente estudiar y entender el urdido de un paradigma que culpabiliza, desprecia, desacredita y avergüenza a las mujeres ya desde los textos sagrados de diferentes religiones hasta las normas y comportamientos de las sociedades actuales. Esa honda necesidad de control hacia la mujer que lleva manifestándose de múltiples formas a lo largo de toda la Historia requiere una ineludible y continuada reflexión. El documental es clásico en su forma y en su estructura, bien narrado, combina las situaciones personales y sociales de las cinco mujeres retratadas. Sus relatos fluyen y configuran un discurso lúcido y compacto. Hay dolor, pero más aún fuerza, inteligencia, valentía e inspiración.