Los Goya pesan, es cierto, pero como bien dice Antonio Banderas en el último spot de los Premios Goya, “más pesa la ilusión de ganarlo”. Resulta que este año, tanto nominados como invitados, académicos y amantes del cine español en general -y los valencianos en particular-, nos vamos a quedar sin ceremonia de los Goya. Este evento que reúne cada año la crème de la crème del panorama cinematográfico de nuestro país -que no todo el mundo que debería estar, está-, se transforma virtualmente debido a los tiempos pandémicos que estamos viviendo. Algunos veremos la gala, un año más, desde en casa, pero así lo harán los aspirantes al Goya, como Candela Peña, Javier Cámara, Pilar Palomero o Isabel Coixet. Sin embargo, no sabemos si recibirán el Goya sentados en el sofá vistiendo sus mejores galas, en plan desenfadado hawaiano a lo Bill Murray o como Jodie Foster en pijama (como así lo desea Coixet), pero lo cierto es que el premio será suyo y tendrá el mismo valor que si se lo entregasen en un auditorio lleno de gente. El hecho de que la gala sea virtual y pierda ese toque del glamour que le otorgaría una alfombra roja no debe ensombrecer la entrega de premios en sí misma. Si bien es un año extraño, en todos los sentidos, las nominaciones de esta 35ª edición han resultado un poco descafeinadas. Veremos qué ocurre en la edición de 2022, al dejar atrás un año como este que se prevé complicado a la hora de levantar según qué tipo de proyectos cinematográficos. Pero si algo nos ha enseñado la pandemia es que no debemos dar nada por hecho ni intentar presagiar escenarios futuros.
Si nos imaginamos la ceremonia de este sábado, podría decirse que la película Adú parte como favorita al estar nominada a trece Goyas, aunque con otra opera prima, Las niñas, pisándole los talones. Dos cintas muy distintas que optan a la mejor película junto con la valenciana La boda de Rosa (que cuenta también con ocho nominaciones), la comedia teatral de Cesc Gay, Sentimental (a mi parecer muy floja en cuanto a ritmo e interpretaciones), y la sorpresa de la temporada Ane, de David Pérez Sañudo (potente drama sobre las relaciones materno-filiales). El director de Ane se verá las caras con otros directores noveles que vienen pisando fuerte, como la citada Pilar Palomero, Bernabé Rico, director de El inconveniente (si van a verla, olviden los prejuicios y limitarse a pasar un buen rato), y Nuria Giménez Lorag, que nos ofrece una maravillosa rareza documental titulada My Mexican Bretzel.
Si echamos un vistazo rápido a los listados veremos que muchas de estas películas se repiten en varias categorías, y sorpresas este año hay más bien pocas, por no hablar de las repetitivas nominaciones a intérpretes como Javier Cámara o Candela Peña. Más allá de estos dos grandes profesionales, se cuela un nombre que ha dado mucho que hablar: Mario Casas como mejor actor protagonista. No sabemos si tendrá muchas opciones, pues compite en esta categoría con Ernesto Alterio o David Verdaguer, dos grandes actores que sin embargo no optan al premio por unos papeles destacables, pero lo que sí hay que reconocerle a Casas es su empeño por quitarse de encima la etiqueta de guaperas de personajes simples. Pese a lo que he dicho antes sobre futuribles, me atrevería a predecir algunos de los premios, ya que Kiti Manver es la favorita para llevarse su segundo Goya y se haría justicia si Juan Diego Botto se alzara con el de mejor actor de reparto. En el caso de los actores revelación, la cosa está complicada, pues la brillante interpretación de Jone Laspiur en Ane tendrá que medírselas con la joven promesa Milena Smith, actriz de No matarás y próxima chica Almodóvar. En la categoría masculina, Adam Nourou sería un justo vencedor tras enfrentarse en su primer papel protagonista con una historia de superación tan complicada como la que plantea Adú.Pero si hay un Goya que va a ser muy difícil de otorgar, ese es el de mejor largometraje documental, y es que este año las cuatro cintas nominadas gozan de una calidad y un interés artístico y social que las mantiene demasiado igualadas en la competición. Destacaría sin embargo la magnífica El año del descubrimiento, de Luis López Carrasco, que además está nominada al mejor montaje.
Lo que sí está claro en esta complicada edición de los Premios de la Academia es el premio para la película de animación. La Gallina Turuleca es la única producción nominada en esta categoría y por lo tanto, ya sabemos de antemano que lógicamente va a ganar. Este hecho sin precedentes, que parece a priori algo ridículo, responde al debate al respecto de qué hacer con las películas de animación cuando estas no tienen suficientes producciones para “cubrir” una categoría. En este caso, la Academia apuesta por mantenerla en la correspondiente y no por incluirla en la de ficción donde apenas tendría oportunidades de llevarse el galardón. Y es que, al final, lo más importante es entregar premios y poner el valor el talento de nuestro cine, aunque lo hagamos en pijama.