Aunque parezca increíble, con sus baches, con sus vacíos y retrocesos, el mundo de la farándula sigue vivo. Las artes escénicas valencianas, pese a la pandemia, han hecho su camino, cuesta arriba y con muchos obstáculos, pero lo ha hecho; por eso mismo la agrupación empresarial que representa al sector, en buena medida, ha querido celebrar su supervivencia, con moderada alegría, pero con resuelta esperanza de continuidad, concediendo sus premios anuales a quienes consideraron dignos de ellos. Comenzando por el Premio de Honor, que ha sido para nuestro veterano autor Rodolf Sirera que este año, solo o uniendo su nombre al de su malogrado hermano Josep Lluís, se ha visto recompensado por multitud de galardones. En su discurso de agradecimiento, el dramaturgo, que también fue gestor, recordó no ya su trayectoria, sino la del teatro valenciano, que, sin duda, ha conocido etapas mejores que la actual, pero también otras (la de sus inicios) mucho más precarias. Hubo también premios para algunas compañías que celebran ahora su cuarto de siglo de existencia, (Arden, Micalet) y que, de algún modo, junto al presentador de la gala (Alfred Picó: L’Horta, Albena) vienen a representar una de la más genuinas y valiosas etapas de nuestro teatro, una generación de excelencia a la que debemos sumar al iluminador Juanjo Llorens o, por aproximación, a Jerónimo Cornelles y sus compañeros al frente de Russafa Escènica, o al tristemente fallecido Rafael Pla, la persona que insufló nueva vida al circo local. Junto a ellos fueron también premiados entidades y colectivos como Teatro Sistémico, Alerta Roja o la Concejalía de Cultura de Castellón. Y también, un plumilla como el que esto escribe, José Vicente Peiró, el crítico teatral de Las Provincias, que ve así reconocida su ingente labor a favor de la escena valenciana. A la gala, ágil, sencilla y bien llevada, acudieron numerosas autoridades locales y autonómicas (Enric Morera, Joan Ribó, Raquel Tamarit, Rosa Pérez Garijo, Maite Ibáñez y otras personalidades) que quisieron así dar muestra de su solidaridad con un sector económico, el cultural, muy duramente castigado por la pandemia. Las palabras de cierre de la presidenta de AVETID fueron un canto de esperanza y férrea voluntad de continuar en la lucha. Que no pare las rueda.