NEL DIAGO: Dicen que esta obra primeriza de Aristófanes se estrenó con mujeres desnudas (quizá hacía mucho calor), pero ya en vida el autor ateniense realizó otras versiones menos llamativas, como lo ha hecho para la ocasión Paco Mir (ex Tricicle), que ha añadido partes cantadas, ha incluido anacronismos, ha suprimido y/o actualizado chistes y bromas y ha aproximado, en fin, la pieza para que resulte algo más comprensible para el público actual. Porque, la verdad, aunque la figura de Sócrates no nos sea desconocida, ni mucho menos, lo cierto es que la escuela sofística y las diatribas y ojeriza del comediógrafo respecto a su contemporáneo son aspectos que sobrepasan la información que puede manejar el común de los mortales. De ahí que Mir, inteligentemente, haya apostado por ese juego metateatral en el que, con fórmulas la mar de trilladas, se hace partícipe al público del desarrollo escénico, convirtiéndolo en coro sumiso y complacido.
Los papeles protagónicos, encarnados por Pepe Viyuela y su hijo Samuel, que también hacen de padre e hijo en la ficción, se alternan con los filósofos dicharacheros. Manuel Monteagudo y Mocho Sánchez-Diezma y, sobre todo, con quienes asumen los roles principales del relato: la empresaria, Cristina Almazán, y el programador, Mariano Peña. No puede decirse que la obra sea tan alocada e irrespetuosa, como, sin duda, lo han sido otras adaptaciones aristofanescas, pero la verdad es que el montaje de Paco Mir se deja ver con agrado y simpatía, que ya es bastante.