ANDREA MOLINER: “Hoy el libro es algo que vive en los márgenes –casi como un reflejo– respecto de un magma en perpetuo cambio, que se manifiesta a través de las pantallas.”
Cómo ordenar una biblioteca, Roberto Calasso.
Amazon conquista, el bolsillo sufre y el calor aprieta. No va en broma. La vaca sagrada de Jeff Bezos hace mella en los pequeños comercios dedicados a la venta y difusión cultural del libro. Todo ello como consecuencia, entre otros muchos factores, de la subida generalizada de los precios y, por supuesto, de una sociedad cada vez más impaciente y subyugada a la tiranía de la novedad fugaz (“literatura líquida” si empleamos la jerga de Zygmunt Bauman). Y, por si fuera poco, esos 35º grados que el pasado miércoles se registraron en el cruce Xàtiva-Calvo Sotelo no sólo asusta, sino que invita al común de los mortales a dejarse caer por una terracita regada de cerveza y una buena “picaeta” antes que dedicar su tiempo, y dinero, a saciar su apetito intelectual en una buena librería.
Lejos de ser un manifiesto catastrofista, este artículo pretende arrojar litros de optimismo –o romanticismo, como prefiráis llamarlo– sobre un día para celebrar como se merece. Leyendo y acudiendo a la pequeña pero acogedora librería de tu barrio para hacerte con esa interesante novela que protagoniza tus sueños desde el día que vio la luz, con ese sesudo ensayo que a buen seguro te dejará el cerebro nutrido de conocimiento o con ese clásico de la literatura que merece la etiqueta de “eterno pendiente”.
Es posible que, En la boca del lobo, la nueva novela de Elvira Lindo esté en más de una lista de deseos lectores, En él, la escritora gaditana nos sumerge en un abismo sin caminos de vuelta inspirado en nuestro trío literario favorito: Matute, Gaite, Laforet. En el mismo sello editorial se alza otro de los textos que merece toda nuestra atención: La educación física de Rosario Villajos. Merecedora del Premio Biblioteca Breve, su autora aterriza de nuevo con una propuesta marcada por lo corporal y una oportuna reflexión en torno al rencor hacia nuestro propio físico. Tampoco puede faltar V13, el esperadísimo nuevo libro de Emmanuel Carrère. Todo un acontecimiento si, además, tenemos en cuenta que en su interior encontraremos la crónica descarnada y humana del proceso judicial del atentado yihadista contra la sala de fiestas Bataclán. No debemos pasar por alto, como no, el regreso de Maggie O´Farrell. Quien encandiló a medio mundo con su impresionante Hamnet, ahora regresa con El retrato de casada. Una historia ambientada en la Florencia del siglo XVI en el que vuelve a rescatar y a poner en el centro la corta biografía de la joven Lucrezia (hija de Cosimo de´Medici). Así mismo los lectores asistimos también a la reedición de un clásico moderno de la literatura norteamericana –como es Heredarás la tierra de Jane Smiely– la recuperación de una de las voces literarias más interesantes de la narrativa española de mediados de siglo XX –Tristura de Elena Quiroga– y a la llegada de un nuevo libro de la Premio Nobel Annie Ernaux –El hombre joven– cuya trama, siempre desde el punto de vista autobiográfico, gira alrededor de los equilibrios de poder entre la autora y su pareja de antaño, treinta años más joven.
Una muy buena opción, dicho está, sería dejarse caer por la literatura de Theodor Kallifatides (reciente merecedor de la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes) o de Pascal Quignard (flamante Premio Formentor 2023). Además de visitar en la tranquilidad que despierta la literatura de Mary Sarton en Una casa junto al mar, los frondosos bosques del Kentucky de Chris Offutt en El buen hermano, la claustrofobia de ese cuarto en El papel pintado amarillo de Charlotte Perkins Gilman (otra de las grandes reediciones de la temporada), la hostilidad de un barrio obrero de 
Galsgow por el que transita el protagonista de Un lugar para Mungo de Douglas Stuart o la avenida universitaria por excelencia de la ciudad de Valencia junto a Beatriz en Yeguas exhaustas de Bibiana Collado. Por supuesto, en esta oda al libro, no puede faltar 14 de abril de Paco Cerdà, capaz de extraer oro del pasado contando aquellas historias que se quedaron por el camino con pulso y determinación. Ni tampoco Malestamos de Javier Padilla y Marta Carmona (de rabiosa actualidad en esta sociedad cada vez más desesperanzada) o Asentir o desestabilizar de Rafael Chirbes (sus artículos a contracorriente de los hitos y los protagonistas de la vida cultural de la Transición por fin reunidos por la editorial Altamarea).
En último lugar, dejadme recomendaros una de mis recientes debilidades: John Cheever. Sus cuentos son una delicia, pero, si podéis, os aconsejo que entréis de lleno en Bullet Park. Una mordaz y elegante crítica a la clase media norteamericana con todos sus temores y defectos. Sin duda, una gran lectura para la actual sociedad de las apariencias ya que, si antaño la hipocresía tenía forma de jardín, barbacoa y sonrisas forzadas, ahora sólo habría que añadirle un móvil y el filtro perfecto para enmascarar lo feo, lo molesto, lo que no debería estar ahí. Aquello que debemos ocultar.
