PAU VERGARA. Esta semana se nos han acumulado los muertos. Se nos ha ido Elena, la hija del escritor Max Aub, Genovés, uno de los pintores valencianos más brillantes y un político, Julio Anguita. Debo confesar que mi padre se ha emocionado al escuchar la noticia de su muerte. Supongo que esa emoción vendría por el recuerdo de los momentos vividos. La muerte siempre es el final de una historia. Pero en este caso es el principio de este artículo que no pretende ser ninguna semblanza, más bien un pedazo de historia personal. Nunca me he dedicado a la política, pero la he tenido cerca, casi la he mamado. Mi primer recuerdo es ir en la parte trasera de una furgoneta llena de pasquines del PCE conducido por Emèrit Bono y Ricardo Peralta haciendo campaña por los pueblos de Valencia. Me es difícil recordar la fecha, pero sería a mediados de los años 80.No creo que tuviera más de 10 años. La memoria es difusa y traicionera. Tiende a recordar los buenos momentos y a borrar los malos. La vuelta de Santiago Carrillo del exilio no había conseguido trasladar al congreso toda la fuerza que el PCE había mostrado durante la dictadura y la clandestinidad. A su vuelta Don Santiago, en un intento de hacer limpieza, creó las comisiones de barrio y desactivó muchos frentes que en ese momento estaban muy bien organizados como el Frente Cultural. Hablamos de finales de los 70. Elipsis temporal. En 1982 Gerardo Iglesias fue nombrado secretario general del PCE con la misión de recomponer el partido tras la dimisión de Carrillo y en 1986 impulsa la creación de Izquierda Unida. Los malos resultados electorales fuerzan su dimisión. “Era molt bon xic, pero le falta tirón electoral”, decían. Es en 1988 cuando Julio Anguita es nombrado secretario general del PCE y al año siguiente, de IU. Ya con 12 años mi mente es un poco más clara. Recuerdo que los mítines de Julio Anguita en la plaza de Toros de Valencia eran un subidón de energía. El carisma era su principal cualidad. Si lo comparamos con “Gerardín”, sin duda, IU tenía un líder. De Julio recuerdo su “programa, programa, programa” y la teoría del “sorpasso” que esperábamos elección tras elección y nunca se producía. Era un hombre de principios y no los cambiaba por nada. También recuerdo la “teoría de las dos orillas”, una idea que servía para movilizar y para transmitir simples mensajes políticos, pero que su aplicación maximalista podía llevar a la paradoja de favorecer intereses políticos del PP (de Aznar) como sucedió en Andalucía con Luis Carlos Rejón.La debacle política que sufrió IU por aquella estrategia fue tan gorda que abrió muchas grietas y espantó a una parte del electorado de IU. El PSOE de Felipe González no era el de Zapatero, ni siquiera el de Pedro Sánchez. También es cierto que IU nunca tuvo el mandato de gobernar y de aplicar las políticas que predicaba. Larga elipsis temporal. Hoy España tiene un gobierno progresista con PSOE y Unidas Podemos. Quizá este sea el momento político más exitoso de la izquierda española desde la guerra civil. Y por eso hay tantas ganas de tumbarlo. Este relato está lleno de saltos temporales. Son los huecos que deja la memoria. Y ahora me vienen a la cabeza las palabras de mi abuela. “Tú no te metas en política”. Y fue una sabia decisión. Lo que ella no sabía es que todos estamos en política sin saberlo. Comparto la emoción de mi padre. Con Elena Aub, se nos va la memoria de Max que sufrió el exilio de la guerra civil, con Genovés el espíritu de reconciliación de la transición y con Julio Anguita, toda una época en la izquierda. Descansen todos en paz.
Fotos: García Poveda. Archivo Cartelera Turia.