SANTI HERNÁNDEZ: Nadie tiene la varita mágica del éxito en el cada día más competitivo mundo de las series, ni HBO, ni Amazon Prime, ni tampoco Netflix; y Alta mar viene a corroborar lo que estoy diciendo. Es una pena, porque contar en una serie de ocho episodios una historia de espías ocurrida durante los años cuarenta, repleta de intrigas y asesinatos, parecía un proyecto interesante, más aún si los hechos se producen a bordo del Bárbara de Braganza, un espectacular transatlántico de lujo durante su trayecto desde Europa hasta Latinoamérica, más concretamente Brasil. Por si esto no fuera suficiente para llamar nuestra atención descubres que para crear esta serie de intriga Netflix ha contado con una de las mejores productoras que tenemos en nuestro país como es Bambú Producciones, artífice durante los últimos años de series tan populares como Velvet, Gran reserva, Tiempos de guerra, Hispaniae Imperiumo Las chicas del cablepor citar algunas de ellas y claro, como era de esperar la serie cuenta también con un reparto de actores televisivos solventes a los que hemos podido ver ya en alguna que otra serie española como Jon Kortajarena (La verdad), Ivana Baquero (Las crónicas de Shannara), Eloy Azorín (El continental, Águila roja) completando entre otros el reparto, José Sacristán, el cual a sus 81 años, todavía conserva la maestría y buen hacer, sea cual sea el papel que interprete. En Alta mar, presupuesto ha habido, fijémonos en los decorados del barco, ya sea en los comedores, en las cubiertas, en las habitaciones o en el vestuario de aquella época, sin olvidarnos de una parte importante, la animación del transatlántico desde que sale del puerto hasta las numerosas imágenes aéreas surcando las aguas del atlántico. Dicho esto, el envoltorio prometía, ahora solo faltaba lo más importante, descubrir el contenido de la serie y es en ese momento, cuando descubres, ya desde el primer capítulo, que hay una pequeña vía de agua, inapreciable durante los dos o tres capítulos iniciales pero preocupante y bastante evidente en los capítulos finales de ésta su primera temporada. Por qué eso sí, la moda se extiende y no hay serie que se precie que no contemple una segunda o tercera temporada. En mi opinión, Alta mar incurre, entre otros, en el tan habitual error de querer concentrar muchos hilos argumentales a la trama, y aquí, son demasiados los frentes que se abren, demasiados sospechosos con oscuros pasados en una historia en la que nada ni nadie es lo que parece. Es entonces cuando “calma chica” se apodera del barco y la pérdida de rumbo es más que evidente.