CARLOS PÉREZ DE ZIRIZA: ¿Tiene sentido una vuelta de Stereolab cuando además llevan doce años sin publicar material realmente nuevo (que no inédito)? Diría que sí, viendo su enorme ascendencia en estos tiempos: la música de Vanishing Twin, Gwenno, Jane Weaver o Death and Vanilla no se entendería sin ellos. ¿Es suficiente con eso, con que su legado sea tan visible? Podría argumentarse que no, pero hay dos factores que inclinan también la balanza a su favor: en primer lugar, que ellos son el ejemplo perfecto de la diferencia entre retrofuturismo y retromanía, o al menos entre lo que ambas cosas deben o deberían ser, tal y como las acuñaron Lloyd John Dunn y Simon Reynolds, respectivamente. Y en segundo lugar, por si alguien tenía alguna duda antes del concierto: que los bolos de la banda británico-francesa en ningún momento optan por el atajo fácil o la autocomplacencia meramente nostálgica, 26 años después de su primera visita a València (Garage) o de su paso por el FIB del mismo año, 1996. Son entes aún plenamente vivos, orgánicos, palpitantes. Quizá tenga también algo que ver en ello la frescura de las incorporaciones respecto a aquellos 90 de máximo esplendor: el teclista Joseph Watson y el bajista castellonense Xavi Muñoz (Alberto Montero, Dorian Wood) son buenos catalizadores, el segundo sintiéndose en Moon –lógicamente– como en casa.
La coctelera de Stereolab, que agita en su interior la herencia de The Velvet Underground, el lounge, la psicodelia vintage, el pop francés de los sesenta y el kraut rock, de tal forma que lo experimental y lo accesible son siempre dos caras de la misma moneda que dosifican a la perfección, mantiene su mecanismo en directo perfectamente engrasado. ¿Puntos álgidos? La forma en la que enlazaron el crescendo hipnótico de “U.H.F. – MFP” con el hechizo melódico circular de “Miss Modular” y la escalada guitarrera de “Mountain”. O el desparrame kraut de “Harmonium”, de los que hacen flotar. Droga dura. O el bis, con el frenesí pop inapelable de “French Disko” dando paso al largo desarrollo de “Simple Headphone Mind”. Fue un concierto absolutamente sensacional, se mire como se mire, con el prólogo de los valencianos Mecánica Clásica, una elección perfectamente lógica si tenemos en cuenta su querencia por el ambient y la electrónica de vuelo rasante de los años 70 (el kosmiche alemán, especialmente), que alfombraron la exhibición posterior de Laetitia Sadier, Tim Gane y los suyos.