LAURA PÉREZ: Como si de dos estrellas de Hollywood se tratase, Gustavo Salmerón y su madre, Julia Salmerón, aparecieron en los cines Babel tras la proyección de la primera película del actor. Lo que entonces no sabían es que en pocos días les iban a nominar al Goya al mejor documental.
La ternura y fascinación que logra desprender “Julita” tras ver Muchos hijos, un mono y un castillo es lógica y más que evidente. Si bien, en el divertido tándem que forman madre e hijo se observa cierta caracterización de sí mismos -como la nueva versión de Carmina Barrios y Paco León-, no podemos hacer otra cosa que dejarnos llevar por los personajes que han cobrado vida al salir de la pantalla. Julita llega sonriente, encantada de estar rodeada de sus hijos y ser el centro de atención, con una falsa modestia que resulta entrañable y arranca más de una carcajada. Madre e hijo se tienen admiración mutua y eso no lo pueden ocultar con sus bromas.
Contra todo pronóstico, la protagonista se mantuvo al margen durante la rueda de prensa y fue Gustavo quien nos habló de las entrañas de este atípico documental. El actor y director madrileño, confiesa que empezó a rodar hace casi catorce años, él solo con una cámara casera de miniDV. “Quería contar la historia de España a través de la matanza del cerdo, pero no conseguía el relato que quería. Además, el montaje fue caótico, había muchísimas horas de material pero no estaba contento con el resultado”. Salmerón se dio cuenta de que tenía otro tipo de película en sus manos cuando vio el discurso que habían conformado sus grabaciones caseras. “Se habla de la crisis, de la historia, de la familia, de los sueños perdidos… Vi que había material para todo esto y quería hacer algo experimental donde poder mezclar géneros, pues es una tragicomedia y a la vez un documental que parece ficcionado. He descubierto además a mi padre como actor, está fantástico, y juntos funcionan como opuestos, pero son complementarios”.
La película compite en salas con La Guerra de las Galaxias, se estrena el mismo día y lo tenemos complicado, comenta Gustavo. Su madre, más pesimista todavía, aseguró entre risas que no va a ir nadie a verla, “nos vamos a quedar solos, sin mono y sin castillo”. Sin embargo, el director lanza su propósito y la nombra “la comedia de las navidades”, con más optimismo e ilusión. “En el festival de Karlovy Vary ganamos el Gran Premio del Jurado, pero me impresionó mucho la respuesta del público, se escuchaban carcajadas; en Toronto y EE.UU. ocurría lo mismo, se reían muchísimo. Nos ha pasado allí donde hemos presentado la película, la reacción de la audiencia es espectacular. Creo que tiene que ver con que es algo que no se ve tanto en el cine, que es la verdad. Es una película muy verdadera, tiene al personaje central de mi madre, que tiene una capacidad para transmitir que hace que traspase fronteras”. Salmerón mira a su madre: “Tiene mucha presencia, algo que siempre he intentado hacer como actor, pero nunca he alcanzado su nivel. Mis padres, cada uno a su manera, tienen una naturalidad pasmosa; yo que pensaba que era el actor de la familia, resulta que lo eran ellos”. En el documental está de fondo la historia del país, pues se habla del franquismo, de la democracia y de temas políticos un tanto delicados, con confesiones por parte de la propia Julia. Gustavo apuntó que la historia de nuestro país está vista aquí desde el disparate, desde un lugar valiente por otro lado, pues se cuentan las cosas sin tapujos. “Es un retrato de toda una generación, y a su vez una búsqueda personal de los antepasados”. El director declara que con la película pretendía hacer un homenaje personal a toda una generación, a la que asegura que le debemos mucho, que hicieron lo que pudieron y a la que se les exige demasiado: “Nuestra generación tampoco está haciendo mucho más, es la eterna culpa que nos echamos de hijos a padres”. El papel de la mujer en la familia es algo muy potente que se aprecia en el film. “Las de aquella época eran mujeres muy fuertes” dice admirando a su madre, que asiente con la cabeza. “Tenían muchos hijos, algunos se les morían y estaban muy en contacto con la muerte”.
Cuando le tocaba el turno de palabra a la madre protagonista, todo eran risas y comentarios espontáneos en la sala. Julia insiste en sentirse avergonzada de verse comiendo galletas en la pantalla y asegura que no le gusta el resultado final de la película de su hijo. “Tendré que decir que está bien porque esta él delante, pero yo no me gusto nada”. Le preguntamos a Julia si se reconoce en la película y lo niega a regañadientes. “Bueno, él ha estado grabando toda la vida, con una cámara a cuestas, pero no pensé que iba a hacerlo público. Hubiera hecho otras cosas o al menos me hubiera puesto a régimen”. Su hijo le rebate: “tengo una gran actriz en casa, pero hubieras hecho lo mismo, ser natural”.