PAU VERGARA: El binomio cine y videojuegos ha tenido una relación históricamente tormentosa. A pesar de tratarse de lenguajes muy similares, casi primos hermanos, muchas de sus adaptaciones no han cumplido con los estándares esperables. Algunas adaptaciones noventeras causan cierta risa por el modo y la forma en que fueron concebidas. Por eso, cuando HBO anunció que iba a adaptar The last of Us, era inevitable recibir la noticia con una mezcla entre escepticismo e ilusión. Y sin embargo, es una de las mejores series del año 2023 para el público y la crítica.
Primos, pero no hermanos: Los problemas de la adaptación de los videojuegos.
En las últimas décadas el lenguaje de los videojuegos ha tenido una influencia importante en el lenguaje cinematográfico y viceversa; el cine se ha dejado sentir en la narrativa de los videojuegos. Si tomamos como referencia Call of Duty, uno de los juegos de guerra más conocidos del mercado con sus variantes (BlacksOps,etc) se nota que hay un esfuerzo por configurar unos personajes y unas misiones. Es decir, hay guionistas detrás que han escrito buena parte de las acciones y los entornos donde transcurre la acción. Cada vez se busca más el realismo. Y el papel de la música y los efectos de sonido son fundamentales para una experiencia satisfactoria. Lejos quedan aquellos populares videojuegos de máquina, como el Street Fighter o Las tortugas Ninja, donde lo importante era pasar de pantalla y dar lo más rápido al botón. Esa simplicidad y rigidez del propio lenguaje de los videojuegos ha provocado que muchas adaptaciones hayan fracasado, ya sea porque se han centrado en exceso en la propia acción abandonando a los personajes, o por la ridícula recreación de los personajes en carne y hueso. En la memoria de los lectores queda la horrible Street Fighter: la última batalla (1994) o Double Dragon (1994) o Super Mario Bros (1993). Hay que irse a 2001 para encontrar el primer gran éxito de un videojuego en la gran pantalla. Lara Croft (2001) fue un auténtico blockbuster, gracias a la magia de Angelina Jolie y poco más. Lo mismo le sucedió a ResidentEvil (2001) con una magnética Mila Jovovich. Ambas iniciaron una saga de películas que se retroalimentaron con las nuevas versiones de los videojuegos en una estrategia comercial perfecta.
La revolución: Final Fantasy
La revolución en las adaptaciones vino de la mano de una obra maestra del género. Final Fantasy (la fuerza interior). La alianza entre el cine y la tecnología se unieron en una de las adaptaciones más bellas, hipnóticas y filosóficas que se han hecho. Era la primera vez que se usaba el motion capture (captura de movimiento) para poder moldear los personajes en 3D con movimientos más realistas. A pesar de su fracaso comercial sigue siendo una de las mejores adaptaciones hasta el momento. La tengo en BluRay y sigue totalmente vigente.
The Last of Us, el reto de sus creadores.
Cuando en 2013 se lanza el videojuego The Last of Us nadie podía imaginarse la recreación tan detallista de un mundo postapocalíptico. Los entornos digitales eran simplemente impresionantes. Todo estaba cuidado al detalle. Los expertos en videojuegos habían valorado muy positivamente este videojuego. Por eso, era todo un reto su traslación a la gran o pequeña pantalla-depende del tamaño del televisor-en una versión que tenía muchas posibilidades de naufragar. HBO encargó la adaptación a Nick Druckmann y Craig Mazin, creadores de la excelente Chernóbil. Parece evidente que son proyectos totalmente distintos, pero tienen algo en común. La potencia dramática de sus personajes. El tono sosegado, casi reflexivo de muchas secuencias y un tempo que va desde la inevitable road movie hasta el western. Su gran acierto, el sostén dramático, lo lleva Pedro Pascal, en el papel de duro superviviente. Un personaje nada caricaturizado que Pedro Pascal clava por su soberbia actuación. Desde que lo descubrí en Narcos, me ha parecido una de las revelaciones de los últimos quince. Y tampoco se queda atrás Bella Rampsey en el papel de Elle, la adolescente inmune a la infección que da la réplica al personaje de Joel.
Esa relación de padre/hija, la contención de las emociones y sentimientos debido al sufrimiento no explicitado a modo de elipsis que el espectador consigue cubrir con su imaginación. A partir del tercer capítulo se rompe la linealidad de la narración para centrarse en otros personajes. Esos mini spin off a modo flash backs como la historia de amor entre Bill (Nick Offerman) y Frank (Murray Bartlett), consiguen llevar la serie a otro nivel. Nick Druckmann y Craig Mazin han trascendido a la audiencia del videojuego y han planteado un show de ficción dramática para un público adulto. Podríamos decir que han conseguido traspasar el fino velo del lenguaje del videojuego, a la riqueza de la narración de ficción dramática. Tampoco han obviado la dureza de la condición humana en situación de supervivencia. La vuelta de la humanidad a un estado de semi estado natural en el que sigue siendo necesario atender a necesidades físicas fundamentales. Se ha destacado mucho el detalle de la copa menstrual ya que este tipo de elementos- como los preservativos-se obvian sistemáticamente en el cine y darían para otro gran debate. Introduce elementos interesantes como la organización a modo de cooperativa -“comunista”-al pueblo donde consiguen dar con el hermano y otras pinceladas que enriquecen cada capítulo.
The last of us es una de las mejores series de 2023. Un excelente ejemplo de cómo un videojuego puede trascender a la gran pantalla. Sin duda, una serie que conviene ver. El rodaje de la segunda temporada está previsto para este año y se estrenará a finales de 2024 y principios de 2025. Esperaremos.