Cartelera Turia

TODOS LOS HOMBRES DE VOX

JUSTO SERNA: Hace meses leí con interés morboso La España viva. ¿Su subtítulo? Conversaciones con doce dirigentes de Vox. ¿Doce dirigentes de Vox? ¿Y cuántos militantes suman? Si hay tanta figura, habrá que preguntarse por el numero de los figurantes. Se trata, ya digo, de un volumen de interviús, todas ellas muy jabonosas: es decir, son entrevistas hechas para lucimiento y comodidad de los interlocutores, que hablan a calzón quitado. Todo es exaltación de dicho partido y de sus doce, doce, dirigentes. ¿Y por qué gasto mi tiempo leyendo un libro de esas características? Lo leí con afán, como haría cualquier estudioso de patologías. Primero, porque me interesa el fenómeno de la extrema derecha, del pensamiento reaccionario (no es un oxímoron). Me interesa como hecho actual y como dato del pasado. Soy historiador y, por ello nada de lo humano o inhumano me es ajeno: desde lo sublime hasta lo vergonzoso. Uno no debe hacer ascos a todo aquello que lo contradice, incluso a esas concepciones reaccionarias que nacen de una desazón ideológica. Uno no debe hacer ascos a confrontar lo que piensan quienes contrarían sus ideas. Como diría Isaiah Berlin, hay que acercarse a aquellos que nos replican con sutileza o chapuceramente. Conviene saber qué dicen, qué piensan, qué expresan esos doce dirigentes de Vox. Y lo que dicen, piensan y expresan (no sé en qué orden) suena apabullante y falso. Apabullan las simplezas, las cuatro verdades que ellos creen de perogrullo. Apabullan el vocabulario castrense que constantemente aflora y los formulismos y estereotipos de que se sirven. Para estos hombres sin piedad o piadosos, lo español es tradición y milicia, catolicidad remota, hasta tridentina, y modernidad implícitamente falangista. Su ideario es, por supuesto, una mezcla no siempre congruente de conservadurismo, ultramontanismo, fascismo, antiparlamentarismo y españolismo. Uf,

qué atracón.Los doce dirigentes de Vox manifiestan una concepción del mundo basada en una lógica guerrera: o estás conmigo o estás contra mí. Es una idea entre belicista y familiar de la vida, una concepción que aúna y agrupa a quienes se sienten y se ven como militantes y cercanos. Constituyen un pequeño grupo de gentes ordinarias o corrientes (así se presentan) que aún se saben los pioneros. Por ello dice José Ortega Lara, que firma el prólogo: “hemos de aceptar que aún somos minoría, una minoría que crece de manera sostenida”. El hecho de verse como minoría vigoriza a los fanáticos. Se saben vanguardia. “Somos también la resistencia, probablemente la única resistencia frente a esa estrategia planificada de liquidación de la nación, una liquidación que la mayoría no quiere pero que los políticos y sus terminales mediáticos afines están inoculando”. Ésa es la palabra-clave: Resistencia. Entre los distintos entrevistados, es la actitud compartida, que refuerza afinidades y vínculos. ¿Cuáles? Los de quienes se saben hostigados por el mundo moderno, por el entreguismo, por la molicie de los blandos, por la cobardía de los próximos (la derechita cobarde, que aquí no se menciona más que de pasada).Santiago Abascal y Javier Ortega Smith, principalmente, son la milicia de combate. Y son muy conscientes de que “si no tomamos la colina no importa, porque los que vengan detrás de nosotros lo harán”. Bien mirado, este formulismo es una metáfora extraña. De los dos, uno no hizo la mili y el otro la hizo en las COES, con cuyos camaradas comparte días de vino y rosas. Abascal y Ortega Smith coinciden en esa idea castrense, jerárquica, resistente y disciplinada de la vida, en la que aparentemente todo son sacrificios. Pero esto suena postizo… Sacrificio es un vocablo de otra generación, de aquellos españoles que fueron educados de grado o por fuerza en el nacionalcatolicismo, sometidos a la represión y agobiados por las estrecheces de un mundo material que era un Valle de Lágrimas. Esa realidad no habría desaparecido, pues Vox y su milicia la encarnan. Sería también la de una nación en la que los valores ultramontanos son la guía, el norte y la dirección de la moral.Es por eso por lo que no sorprende que varios de esos dirigentes sean cabezas de familias numerosas, dispuestos a aplicar el azote como correctivo docente, contentos de educar militarmente a sus vástagos como pedagogía de campaña. Por supuesto, cada frase, cada convicción y cada idea (signifique lo que signifique) merecen una exégesis doctrinal. ¿Acaso por la profundidad del pensamiento? No, sencillamente por su terrorífica simpleza y, a la vez, por la impresión de impostura. Lo suyo es un bla, bla, bla engañoso. Dicen ir con la verdad por delante. Se las dan de pensadores y hombres de acción, pero lo suyo suena a irremediablemente postizo y acomodaticio. Es por eso por lo que hay que leer el pensamiento de estos energúmenos.Para desarmarlos: para que así podamos desmontar como artificieros su retórica banal y peligrosa.

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