Paseando por las calles de Valencia con ojo de observadores es bastante posible que encontremos cosas maravillosas. Paseamos por los mismos sitios, desayunamos en los mismos cafés, vemos a la misma gente y, de pronto, nos encontramos con algo que nos saca de nuestra indiferente realidad, de nuestra triste existencia de una minúscula partícula de vida humana en un océano cósmico. Una pintada: la realidad no es real. Daría para una extensa disertación filosófica y no faltarían teorías de que vivimos en un holograma o en una especie de experimento donde alguien se alegra jugar con nuestras propias vidas al estilo del Show de Truman. Sin embargo, la cosa tiene su miga. El neurocientífico británico Anil Seth ya dijo que vivimos en una especie de alucinación colectiva que llamamos y la “realidad” es aquello en lo que nos ponemos de acuerdo. Otra neurocientífica de Oxford, Kia Nobre afirmó que la realidad es distinta de cómo la vemos. Hay ilusiones como que el tiempo es lineal y predecible. Desde la neurociencia se afirma que no solo ‘inventamos’ colores, olores y sentidos; hasta el espacio-tiempo podría ser, en parte, fabricación. Piensen en algún nombre y verán si la realidad es real. Les chivamos algunos, Abascal, Olona, Ayuso…No sabemos si el tiempo va a la contra. Definitivamente, no es real. Tarek Achís, Jr.