LAURA PÉREZ: La semana comenzó con una interesante propuesta desde La Nau, donde organizaron una jornada en torno a los proyectos culturales que se están llevando a cabo en nuestra Comunitat. Un país de cultures, así se tituló la trobada, ofrecía una serie de mesas redondas en las que expertas y expertos en gestión cultural, así como artistas o periodistas, contaron algunos detalles de sus proyectos. Con carácter expositivo más que de debate, la trobadase dividió en tres partes. Por una parte, se habló de las buenas prácticas en el contextos de los eventos culturales de carácter urbano, donde se expusieron algunos de los más conocidos, como Russafa Escènica, Cabanyal Ìntimo Alacant desperta, de artes escénicas, teatro y música respectivamente. Pasado el mediodía tuvo lugar la segunda mesa, que repleta de gestoras culturales, dieron visibilidad a uno eventos quizá no tan populares pero sí con un peso significativo en nuestra ciudad, ya que con ellos tratan de visibilizar los colectivos más vulnerables. Es el caso del Festival 10 Sentidos, que se celebrará en mayo, y del que sus responsables explicaron el leit motivde su propuesta, que es la inclusión de personas con distintas discapacidades en un mismo espacio escénico. Similar objetivo conciliador y de inclusión es el de la periodista Pilar Almenar y Patricia Blan
co, que presentaron el primer número de la revista Exclusas, del colectivo Impresas. Una revista que nace con el propósito de fomentar la inserción social de las presas de Picassent, dar visibilidad a un trabajo colectivo y romper estigmas acerca de las personas presas, lo que supone más un proceso social que un producto meramente cultural. Por otra parte, desde la asociación ARTES cultura y ocio para la inclusiónsu intención es contribuir al desarrollo de las personas con algún tipo de discapacidad para mejorar sus competencias personales, sociales y su inclusión en la sociedad. Tras el descanso continuamos la jornada con una mesa redonda sobre eventos culturales localizados en los pueblos. Las localidades más alejadas de las ciudades reclaman su espacio cultural y su necesidad de acoger propuestas artistas que fomenten la participación activa de su población. Muchos factores mejoran gracias a la celebración de dichos eventos, ya sean mejoras en el turismo, en la actividad comercial, en el aumento del empleo y por supuesto la visibilidad de cara al exterior por parte de estas zonas comarcales que algunas cuentan con aldeas al borde de la despoblación. Los festivales allí presentes, tanto el Aplecs dels Portsde la localidad de Herbés; el proyecto FESde Artes escénicas, música y danza que recorre los pueblos de la Sierra de
Espadán; o el festival de jazz en la Marina Baixa, Jazzpolop, unieron esfuerzos y explicaron al público cómo han conseguido levantar dichos proyectos en pequeñas localidades. Coincidían en muchos puntos a favor y en contra gestión cultural, pues todos ellos nacen de una necesidad personal por amor al oficio por parte de personas anónimas del ámbito de las artes y la cultura en general. También coinciden en los bajos presupuestos y en el trabajo casi voluntario al que se ven abocados. La precariedad de recursos, los continuos cambios de consistorio y la falta de compromiso de algunas instituciones, son hándicapsque finalmente se superan con mucho sacrificio personal. Sin embargo, lo que importa es hacer llegar la cultura a todos los rincones y a toda clase de ciudadano o ciudadana. Esto también salió a colación en la última mesa redonda donde colectivos relacionados con las personas migrantes y refugiadas ofrecieron un resumen de su labor social en organizaciones como Cefire Educación Inclusiva o la Cruz Roja de Castellón. Desde su ámbito más cercano a labores humanitarias, abogan por una cultura participativa como vía de integración para las personas migrantes, siempre y cuando ésta sea real e igualitaria. La cultura puede ser una herramienta muy potente como cohesionador social, como artefacto educacional y como instrumento para combatir la islamofobia, por ejemplo, o acercar a las personas con menos recursos a unos espacios culturales de los cuales se pueden sentir a priori excluidos. En definitiva, las jornadas generaron debates y reflexiones interesantes, con el fin de proponer a la ciudadanía una mejor aceptación de los eventos culturales que son mucho más que puro entretenimiento. La cultura es un arma potente contra la ignorancia o el miedo a lo desconocido, y aporta valores de solidaridad, integración, autoestima y activación social, tan necesaria en los tiempos que corren y, por si acaso, los que vendrán.