MAITE IBAÑEZ: La importancia del conocimiento de las lenguas no es una novedad. Como herramienta de comunicación, de oportunidades laborales, conservación de las identidades culturales y también como germen de la integración para vivir en otro país, saber idiomas es una cuestión básica. Por esta razón, no generar instrumentos desde las administraciones que faciliten su estudio, implica una maniobra xenófoba que atenta contra el progreso de la sociedad y su conexión con el mundo. Y eso es lo que están provocando las últimas acciones del gobierno valenciano. Su incursión en las matrículas de la Escuela Oficial de Idiomas va a provocar unas restricciones graves en la formación de diversas lenguas. Las cifras son demoledoras. El próximo curso desaparecerán 244 grupos, 8.450 plazas y 61 profesores. Unos recortes que los docentes han confirmado al recibir las tablas con la planificación del próximo ciclo, pero que nadie les ha comunicado directamente.
Resulta inconcebible eliminar grupos de estudiantes que cuentan con listas de espera o que reduzcan al mínimo el servicio de la enseñanza pública para la población valenciana. Quieren convertir la Escuela Oficial de Idiomas en un mercado donde su valor como educación pública quede relegado a una empresa privada con clara ideología discriminatoria. Valorando de manera rápida la dimensión de esta situación, nos encontramos con una operación para castigar a los que tienen menos recursos contribuyendo a la desigualdad incluso a su marginalidad. Y esta acción se encamina a tres cuestiones: En primer lugar, a la privatización de idiomas clásicos y muy demandados como inglés, que implica una oportunidad laboral y una mejora del currículum para cualquiera. A partir del próximo curso con la limitación de plazas, la necesidad llevará a recurrir a las academias cuyo coste no tiene comparación así como, en ocasiones, la calidad de la enseñanza. Hablamos de unos precios con diferencias sustanciales: Un curso en academia privada podría oscilar entre 2.000 euros, mientras la Escuela Oficial de Idiomas cuesta 120 euros.
En segundo lugar, las lenguas como valenciano y euskera (que pasa de 14 a 1 grupo en València) son otras de las atacadas en este proceso de destrucción de identidades. Recordamos que junto al gallego son las tres lenguas cooficiales y que cuentan con comunidades de hablantes más allá de las regiones autónomas. En tercer lugar la posición se dirige claramente a la inmigración. Los grupos de árabe reducen su presencia, eliminando su formación pública en un entorno laico, fuera de las mezquitas. Y lo más lamentable es la grave supresión de los grupos de español que, además, cuentan con lista de espera. Esta medida es la más sangrante para las personas que lleguen de otros países y necesiten una certificación oficial, donde sólo en València más de 300 estudiantes perderán la oportunidad de aprender nuestro idioma. Una vía fundamental para la integración y para que, especialmente, las mujeres consigan independencia, defensa de sus derechos y derive en oportunidades laborales.
Además, el retroceso de esta medida lleva a sus responsables a la ignorancia del valor económico del español, cuando el Instituto Cervantes informa que más de 500 millones de personas hablan nuestro idioma convirtiéndose así en la segunda lengua del mundo por número de hablantes y el segundo idioma de comunicación internacional. Tenemos una lengua de oportunidades, pero los responsables de esta decisión ya han dicho en declaraciones que derivan la enseñanza del español a ONGD y parroquias. Que el resto de alumnado vaya a las EPAS (Escuelas de Personas Adultas), saturadas y que no cuentan con niveles específicos, ni titulaciones. La enseñanza de idiomas se convierte así en una cuestión de caridad y no de derechos. Un paso más en el desmantelamiento de los recursos públicos que podemos ver en otros países donde la derecha está recortando incluso derechos adquiridos. El propio objetivo de las Escuelas Oficiales de Idiomas se transforma en un fundamento de empresa, donde se eliminan plazas y se desprotege una palabra tan importante en la Educación Pública como es: Servicio Público. ¿Quieren llevarnos al intolerable camino de la educación para los ricos?