NEL DIAGO: Tras una sensacional etapa en la que los de Ron Lalá lograron cotas de gran altura con su acercamiento a Cervantes y a los clásicos del Barroco (Cervantina, En un lugar del Quijote, Siglo de Oro, siglo de ahora, Andanzas y entremeses de Juan Rana), el afamado colectivo cómico musical, fiel a su estilo, vuelve a confiar en su especialista literario, Álvaro Tato, que aquí no actúa, para trazar una sugestiva y alocada visita al género chico, a la zarzuela, al entremés, a la tonadilla, a esos géneros y modalidades de teatro popular que tuvo a un alicantino, Carlos Arniches, como su más distinguido, al menos en lo que se refiere a le expresión madrileña, que en Valencia quien destacaba era Eduard Escalante, en Andalucía, los hermanos Quintero, y en Buenos Aires, Alberto Vacarezza o Armando Discépolo. Sólo que Ron Lalá, en su homenaje paródico, traza una pirueta en el espacio sideral y nos sitúa la trama en el terreno de la ciencia ficción, con viajes al planeta Marte que, inesperadamente, resulta estar habitado por seres muy semejantes a los humanos que se mueven en un territorio que pareciera extraído de La verbena de la Paloma, con sus chulapas, sus guapos, sus chotis, sus leves intrigas amorosas de celos y equívocos y su habitual comicidad lingüística, que en este caso se extiende a la parodia de otro género, éste más bien cinematográfico, como es de la ciencia ficción, aunque como ya demostré en algún trabajo, el arte escénico no es ajeno al tema de la anticipación y las distopías, y valga la mención de Albert Boadella y Els Joglars como ejemplo señero. Por supuesto, los ronlaleros no pierden la ocasión para lanzar sus pullas aceradas y sus burlas consistentes contra los gobernantes del Madrid terrenal del presente. Y, como era de esperar, bien conducidos en lo musical y en lo escénico por el incomparable Yayo Cáceres, manejan perfectamente su quehacer escénico de tal modo que las ausencias de algunos miembros fundacionales (Álvaro Tato, Íñigo Echevarría) son suplidas con actuaciones destacadas de los nuevos partícipes (Diego Morales y Fran García) que acompañan con esmero a los incomparables Juan Cañas, Daniel Rovalher o Miguel Magdalena. Muy divertido.