Cartelera Turia

(3) MASPALOMAS, de LA VEJEZ TAMBIÉN DESEA, TAMBIÉN AMA

PAU VERGARA: Hay películas que llegan como un vendaval silencioso, capaces de sacudirnos sin necesidad de artificios ni grandes discursos. Maspalomas es una de ellas. Su grandeza radica en lo que se atreve a mirar: un territorio casi invisible en la gran pantalla, la vejez homosexual. Un cine que no es complaciente ni busca refugio en lo políticamente correcto, sino que se atreve a mostrar la verdad más incómoda: la de unos hombres mayores que, después de una vida de miedo y silencio, reclaman sin tapujos su derecho al placer y al amor.

El filme no se esconde. Es explícito en lo físico, pero nunca vulgar. Los cuerpos envejecidos se muestran con dignidad, con ternura, con ese temblor de fragilidad y deseo que convierte cada encuentro en un acto de libertad. En Maspalomas, follar no es provocación: es resistencia, es memoria, es una forma de seguir gritando “aquí estoy” cuando el mundo insiste en volver a meterlos en un armario forrado de prejuicios.

Estamos ante un melodrama intenso, arrebatado, que mezcla crudeza y delicadeza en dosis exactas. La dureza está en las miradas perdidas, en las humillaciones cotidianas, en la soledad del que nunca pudo vivir a pleno pulmón su identidad. La delicadeza, en los gestos pequeños, en una caricia, en un abrazo furtivo, en ese humor que aparece como un salvavidas incluso en medio de la tristeza. El cine de los Moriarti nunca ha sido complaciente, pero aquí alcanza una hondura emocional que lo sitúa entre lo más valiente y necesario del cine español reciente.

Maspalomas nos recuerda algo que el cine casi siempre ha preferido ocultar: que la sexualidad no desaparece con la edad, que el deseo no tiene fecha de caducidad. Y, al mismo tiempo, señala un problema social que rara vez se pone sobre la mesa: cómo la comunidad LGTBIQ, tras décadas de lucha, vuelve a ser marginada en la vejez. Residencias, entornos familiares, instituciones… demasiados espacios siguen empujando a los mayores al silencio, a esa invisibilidad que duele más que la discriminación abierta.

El reparto está impecable. Hay primeros planos que conmueven por la verdad que desprenden: rostros curtidos por la vida que, sin palabras, nos hablan de miedo, de coraje, de derrotas íntimas y pequeñas victorias. El protagonista carga sobre sí todo el peso de la historia y lo hace con un magnetismo que emociona. Pero no está solo: el elenco coral aporta capas de matices que enriquecen el retrato colectivo de una generación herida.

Quizás lo más valioso de la película es su capacidad de equilibrar lo político con lo íntimo. No es panfleto, pero cada plano es un acto de resistencia. No es solo un retrato individual, sino un recordatorio colectivo: la vejez también ama, también desea, también ríe. Y merece ser contada.

En definitiva, Maspalomas es cine que incomoda y acaricia al mismo tiempo. Cine que rompe tabúes, que reivindica con valentía y que se atreve a mirar allí donde otros apartan la vista. Una película necesaria, emocionante y valiente, que se quedará en la memoria por lo que muestra y por lo que, entre silencios, se atreve a insinuar.

(3) MASPALOMAS, de LA VEJEZ TAMBIÉN DESEA, TAMBIÉN AMA

EXPOSICIÓN LA RUTA, Bombas Gens

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