PAU VERGARA: El Festival de San Sebastián ha vuelto a desplegar hoy su maquinaria de sueños, expectativas y polémicas con la presentación oficial de la 73ª edición, que tendrá lugar del 19 al 27 de septiembre de 2025. La cita fue en la sala de cine de Tabakalera, convertida en ese espacio simbólico donde lo contemporáneo dialoga con lo clásico, y donde el director del certamen, José Luis Rebordinos, y la responsable de comunicación, Ruth Pérez de Anucita, dieron el pistoletazo de salida con un gesto político nada habitual en un festival de cine: la lectura de una declaración sobre el genocidio en Gaza. Una declaración breve pero contundente, que recordó que San Sebastián no es solo un escaparate de estrellas, sino también un lugar donde se encienden luces incómodas sobre los rincones más oscuros de la actualidad. El aplauso del público presente, más que cortesía, sonó a complicidad.
A partir de ahí, la atención se volcó en lo que todo el mundo esperaba: la nómina de invitados y la lluvia de títulos que convertirán Donosti en un epicentro cultural durante nueve días. Se anunciaron 254 películas de 56 países, una cifra que ya de entrada habla de diversidad y abundancia, pero lo que realmente hace vibrar a esta ciudad es la lista de nombres propios. Y este año, la alfombra roja promete ser una de las más potentes de la última década: Juliette Binoche, que no solo llegará como actriz sino como directora debutante, acompañada de su película de no ficción In-I in Motion; Paul Dano, convertido en rostro indispensable del cine indie estadounidense; Harris Dickinson, que además presentará su primera incursión tras la cámara; Matt Dillon, un clásico que nunca pasa de moda; y Colin Farrell, que regresa a Europa de la mano de Edward Berger. A ellos se suman leyendas vivas como Charlotte Rampling, Denis Lavant, Ron Perlman, Stellan Skarsgard y esa figura luminosa del cine contemporáneo que es Renate Reinsve.
Pero no se trata solo de nombres para las cámaras. San Sebastián ha conseguido, un año más, atraer a algunos de los cineastas más influyentes de nuestro tiempo: Olivier Assayas, Arnaud Desplechin, Claire Denis, Agnieszka Holland, Richard Linklater, François Ozon, Joachim Trier, Rebecca Zlotowski, Kleber Mendonça Filho y hasta Jafar Panahi, que presentará Un simple accident en Perlak. Solo leer la lista ya da la impresión de que Donosti se convierte por unos días en un parlamento paralelo del cine mundial, un lugar donde cada autor despliega su visión para ser debatida, discutida y, a veces, celebrada hasta la devoción.

La Sección Oficial será, como siempre, el terreno donde se libran las grandes batallas por la Concha de Oro. Allí competirán Ballad of a Small Player, dirigida por Edward Berger y protagonizada por Colin Farrell y Fala Chen; Le Cri des Gardes, de Claire Denis, acompañada de Matt Dillon y de la joven Suzanne Lindon; Deux pianos, de Arnaud Desplechin, con François Civil y Nadia Tereszkiewicz; Couture, de Alice Winocour; Franz, de Agnieszka Holland; o Nuremberg, dirigida por James Vanderbilt. Y junto a ellos, propuestas como Six jours ce printemps-là, de Joachim Lafosse; Belén, dirigida y protagonizada por Dolores Fonzi; Her Heart Beats in Its Cage, de Xiaoyu Qin; y la muy esperada Los domingos, tercer largometraje de Alauda Ruiz de Azúa, la única directora española en competición, que se atreve con un tema insólito: la vocación religiosa en la adolescencia como terremoto familiar.
El cine español, de hecho, llega este año con una musculatura notable. No es solo que Esther García reciba el Premio Donostia —un reconocimiento que es también un homenaje a la casa de Almodóvar, El Deseo, y a una forma de entender el cine hecha de rigor y pasión—, sino que la programación incluye nombres de enorme peso: José Luis Guerin, que presentará Historias del buen valle con Jonás Trueba como productor; Alberto Rodríguez, que lleva a concurso Los Tigres y fuera de él su serie Anatomía de un instante, adaptación del texto de Javier Cercas; Isaki Lacuesta y Elena Molina, que presentan Flores para Antonio junto a la familia Flores; o Paco Plaza, que estrena La suerte, acompañado de Óscar Jaenada y Ricardo Gómez. La pluralidad de estilos y miradas demuestra que el cine español no solo goza de buena salud, sino que sigue siendo uno de los pilares emocionales del festival.
El otro gran bloque de identidad lo aporta, como es tradición, el cine latinoamericano. Argentina abre la pista con fuerza: 27 noches, película inaugural de Daniel Hendler con Carla Peterson, y Las corrientes, de Milagros Mumenthaler. Dolores Fonzi regresa con doble papel en Belén. Y de Chile, México, Brasil o Colombia llegan nombres como Dominga Sotomayor, Fernando Eimbcke, Marcelo Gomes, María Clara Escobar o Simón Mesa Soto. Todos ellos configurarán un mapa plural en la sección Horizontes Latinos, ese laboratorio privilegiado donde tantas veces San Sebastián ha anticipado talentos que después conquistaron el mundo.
Más allá de la competición, el festival despliega sus secciones paralelas como un mosaico. En Perlak, veremos desfilar lo más destacado del año internacional: Le mage du Kremlin de Olivier Assayas, con Paul Dano; Nouvelle vague, de Richard Linklater; Affeksjonverdi / Sentimental Value, de Joachim Trier, que llega acompañado por Renate Reinsve y Stellan Skarsgard; Vie privée, de Rebecca Zlotowski; O agente secreto, de Kleber Mendonça Filho; o el documental Orwell: 2+2=5, de Raoul Peck. En Zabaltegi-Tabakalera, el riesgo y la experimentación encontrarán cobijo en títulos como Urchin de Harris Dickinson o Lurker de Alex Russell, que debutan como cineastas. Y en New Directors, nombres emergentes como Irati Gorostidi con Aro Berria o José Alayón con La lucha prometen renovar la conversación.
Un festival también se mide por sus homenajes. Este año, el cartel oficial está protagonizado por Marisa Paredes, fallecida en diciembre de 2024. No podía ser de otra forma: Paredes pisó San Sebastián en 1977 y nunca dejó de volver. Su rostro presidirá esta edición como una presencia fantasmática, una manera de recordarnos que el cine es también memoria y continuidad, que la pantalla está hecha de vidas que ya no están, pero que siguen brillando en la penumbra de una sala.
Los jurados completan la estructura del certamen. La Sección Oficial estará presidida por J.A. Bayona, acompañado por Laura Carreira, Gia Coppola, Zhou Dongyu, Lali Espósito, Mark Strong y la productora Anne-Dominique Toussaint. Una mezcla de sensibilidades que asegura debates intensos antes de conceder la Concha de Oro. En el resto de secciones, figuran nombres como Marco Müller, Isabella Eklöf, Elsa Fernández Santos, Pilar Palomero, Beatriz Arias o Charlene Fávier, y entre los jurados de premios específicos aparecen incluso actores como Anna Castillo o Ane Gabarain. Todo un ecosistema de voces con la misión de distinguir lo mejor de lo mejor.

Y como guinda, un encuentro que promete ser histórico: Alexandre Desplat y Alberto Iglesias, dos de los compositores más importantes del cine contemporáneo, conversarán en el marco del festival. Será una oportunidad única para escuchar a quienes han dado sonido a películas que forman parte ya de nuestra memoria colectiva.
San Sebastián se prepara, pues, para nueve días de intensidad. El Kursaal volverá a extender la alfombra roja más mediática de España, el Hotel María Cristina se convertirá en la colmena donde conviven estrellas y periodistas, y salas como los Príncipe, Victoria Eugenia o Tabakalera vibrarán con la respuesta del público. El 27 de septiembre, cuando se lean los premios, la ciudad sabrá si ha presenciado el nacimiento de nuevos clásicos. Pero antes de eso, quedará el pulso de cada proyección, los debates improvisados en la terraza de un café, las fotos que se repiten cada año junto a la barandilla de La Concha. Porque el Festival de San Sebastián es cine, pero también es ciudad: un lugar donde el mundo se detiene nueve días para mirarse en la pantalla.

