Cartelera Turia

HUEVO DE COLÓN: EL SEÑOR DEL VENTORRO

CARLOS MAZÓN no llegó al poder montado en una ola de entusiasmo, sino remolcado por la nostalgia. Viene de esa estirpe política que cree que gobernar es sonreír mucho, gestionar poco y aparecer justo cuando toca la foto. Fue joven promesa de Zaplana, director de las ITV cuando las siglas no significaban “Inspección Técnica de Vehículos”, sino “Ingresos Tras Visita”. Desde entonces ha sabido mantenerse a flote: ni deslumbra ni incomoda, pero sabe a quién llamar, cuándo callar y dónde comer. Es el político perfecto para estos tiempos líquidos: no mancha porque no toca nada, no arde porque no se enciende. Solo flota. Hasta que llueve.

NO ME METAS en un lío”. Así, con una frase, Maribel Vilaplana, comunicadora de impacto profesional, intentó esquivar el foco que empezaba a alumbrar su figura la noche del 29 de octubre de 2023. Dentro, en El Ventorro, un restaurante de nombre trágicamente profético, Carlos Mazón compartía mantel con la periodista mientras 227 personas morían directa o indirectamente por la DANA.

EN UNA FRANJA de 90 minutos, entre las 18:00 y las 19:30, nadie sabe dónde estaba el president. Ni el Cecopi, ni el Palau, ni la UME, ni siquiera Siri. Es el agujero negro institucional más sonrojante desde que Fabra confundió el Senado con el bingo.

CUANDO el escándalo estalló, la Generalitat no solo mintió: tapó el nombre de Vilaplana durante más de una semana. Dijeron que fue por respeto. En realidad, fue por pánico. Porque no es lo mismo decir “Mazón cenó con una periodista” que decir “Mazón cenó con una periodista en mitad de una tragedia”.

VILAPLANA no es culpable de la DANA. Pero sí es síntoma. De cómo funciona el poder, de cómo se blindan los entornos, de cómo se simula normalidad mientras todo se desmorona. Ex presentadora de Canal 9, actual consejera del Levante UD, rostro habitual de los cursos de liderazgo “valencian style”, ahora es testigo citada en la comisión del Congreso. De comunicadora a incómoda.

MIENTRAS tanto, el president sigue en su sitio, aunque sigue sin explicar nada. El hueco más grave en su relato no es el de la cena, ni el de la lluvia, ni siquiera el de la UME actuando sin coordinación política. Es ese vacío telefónico de 36 minutos, entre las 19:00 y las 19:36, cuando no hizo una sola llamada. Ni un mensaje. Ni una señal de vida.A las 20:28, apareció en el Cecopi. Tarde. Muy tarde. Para las víctimas, para las familias, para la responsabilidad.

HAY PRESIDENTES que gobiernan desde la agenda, y agendas que revelan más que una rueda de prensa. En el caso de Carlos Mazón, los jueves y viernes son para actos en Alicante.Hay quien apunta a cuestiones matrimoniales. Otros prefieren no preguntar. El poder, a veces, también necesita coartadas.

NO ES QUE el president quiera mimar a su tierra —eso se agradecería—, sino que estaría usando la agenda pública como coartada privada para gestionar su vida personal a 180 kilómetros del lugar donde se toman las decisiones.En el Consell ya hay quien llama a esta rutina “la diplomacia del divorcio”.

HACE APENAS unos meses, Carlos Mazón sacaba pecho con un 5,2 en las encuestas de opinión. No era brillante, pero daba para sobrevivir. Hoy, su puntuación es un 1,6. Y eso que venía de ser “el alicantino que lo cambiaba todo”. Lo ha cambiado, sí: ahora es el político peor valorado de la Comunitat Valenciana. La historia no es la de una caída. Es una demolición en directo. Y todavía no ha terminado el derribo.

EN GÉNOVA ya no se preguntan si Mazón debe caer. Se preguntan cuándo, cómo y con qué coartada. Saben que no hay remontada posible, que la marca personal está carbonizada, y que cada día que pasa sin actuar, el humo llega más lejos. Pero quieren que parezca una salida natural. Como si Mazón decidiera irse a meditar al Teide por voluntad propia, y no porque le estén señalando la puerta. El problema es que no hay sutileza posible cuando el cadáver político huele desde Castellón.

HACE unos días Mazón fue a Nàquera a dejarse querer. Aclamado, abrazado, animado por los suyos. Un acto de partido diseñado para la foto, no para el diagnóstico. Pero el síntoma ya era visible: las encuestas eran una losa, el partido andaba mudo y el president parecía estar celebrando en un funeral. A veces la fe mueve montañas. Pero otras veces solo entierra gobiernos. Y en Nàquera se aplaudió con entusiasmo… porque nadie quiere ser el primero en soltar la pala.

EL VOTANTE de derechas está cabreado. Pero no con Sánchez, ni con Compromís, ni con Puigdemont. Está cabreado con Mazón. Porque creyó en él, y ahora se siente estafado. Lo votaron esperando gestión, liderazgo, firmeza. Y recibieron evasión, sonrisas vacías y desapariciones en plena tragedia. El problema ya no es la izquierda. Es que la derecha se está desmovilizando en la Comunitat Valenciana.

El PSOE y Compromís han ganado en intención de voto sin necesidad de subir el tono. No han hecho nada especialmente brillante. Solo han esperado a que Mazón se hunda solo. En política, a veces basta con no estorbar. Mientras la derecha se quema en su propio incendio, la izquierda ha aprendido algo valioso: que el silencio del adversario también puntúa. Y esta vez puntúa en escaños.

EL PASADO 19 de mayo comenzó la recogida de firmas para una Iniciativa Legislativa Popular impulsada por Dolors López, que busca modificar la Ley de Contrato de Seguro para que las muertes por suicidio no queden excluidas de las pólizas de vida durante el periodo de carencia. Una propuesta tan necesaria como incómoda, que pone sobre la mesa el abandono institucional en uno de los momentos más trágicos y silenciados de nuestra sociedad.
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DOLORS LÓPEZ lo ha dicho sin rodeos: “esto va de justicia, no de excepciones”. Su propuesta de Iniciativa Legislativa Popular no solo busca acabar con la exclusión legal que sufren muchas familias tras un suicidio, sino también romper el silencio administrativo, cultural y político que rodea a este fenómeno. Porque hablar de suicidio no lo provoca. Lo que lo provoca, muchas veces, es no hablar.

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