TAREK ACHIS, JR.: Leo cada día casi toda la prensa en papel y digital. Y no saben ustedes las arritmias del cuore que eso me provoca. Y
en ese repaso cotidiano, el digital Valencia Plaza me huele a raro. Hay en sus páginas colegas por los que me dejaría arrancar las teclas del ordenador. Pero si voy al fondo de la cosa, la cosa no pinta bien. He buscado eso que pone en todos los medios digitales: quiénes somos. Y sólo sale que edita el Grupo Plaza. Así que he escrito en Google Grupo Plaza a ver qué salía. Sencillamente porque hay una sospecha extendida por los mentideros del gremio periodístico: se trata de empresarios emboscados como Phantom o el Coyote. El caso es que al poner en Google lo de Grupo Plaza se me aparece como Satanás el antivirus McAfee con un letrero: “¡Advertencia, habrá problemas! ALTO: ¿seguro que desea ir allí?” O sea, que me ha entrado el canguelo y me ha tocado chuparme en el tatami la tanda de ejercicios que enseñaba Leonard Cohen cuando lo arruinó su mánager y tuvo que dar clases de yoga tibetano para sobrevivir. Con regularidad destroza Valencia Plaza a Mónica Oltra, otras veces le retuerce el cuello a Vicent Marzà, ahora -como indica la portada en papel del mes de mayo- le toca el turno destroyer a la sanidad pública, como anuncia el cara a cara entre la consellera Carmen Montón y Alberto de Rosa, responsable de la UTE que gestiona el holding Ribera Salud. Porque en el fondo de la cosa turbia siempre queda ese rebufo a defensa de lo privado frente a lo público que muestra y demuestra su línea editorial. La sombra de Zaplana – cuando monta el negocio de Ribera Salud con dinero público- se alarga hasta hoy y se proyecta sobre esas otras sombras que cada día desliza sobre la luz mediterránea el diario digital Valencia Plaza.