Nunca una línea gruesa fue tan fina. Y clara. La línea de Cristina Durán es sorprendentemente gruesa, angulada; me pregunto cómo le cabe el dibujo dentro. Pero, más sorprendente aún, las líneas de Cristina son bocas de profundas simas de emociones que permiten, a quien quiera echar un vistazo dentro, descubrir incontables matices de sentimientos. Esas líneas gruesas compendian síntesis, etopeyas, prosografías, elipsis, ansíndeton, aliteraciones, sinécdoques, metonimias y qué se yo cuántas figuras literarias más que aún están por taxonomizar.
Gran parte de la culpa de semejante portento es de Miguel Ángel Giner, con quien explora esos agujeros profundos y los saca a la luz en unas obras tan extraordinarias que son pasto de los premios más lustrosos del mundo gráfico, incluido el Nacional del Cómic por la apabullante “Día 3”, un grito contenido, informado y demoledor contra el olvido culpable de quienes anteponen sus fastos papales sobre la vida de los ciudadanos, obra gráfica basada en el libro de Laura Ballester.
Mientras aquellos que hicieron todo lo posible por evitar que una de las mayores tragedias ferroviarias de la historia española -43 muertos y 47 heridos- ensombreciera en lo más mínimo la fiesta en la que el “todo PP” echaba el resto para dar rienda suelta a sus furores religiosos, los familiares y amigos de aquellos que perdieron su vida o quedaron heridos para siempre en carne y alma por una infraestructura deficiente que no merecía los recursos que se dedicaban “hasta lo que haga falta” para que un papa pontificara desde un púlpito tan excesivo como inútil lucharon durante años para evitar la impunidad y el olvido. Y ganaron. Esa es la historia que Cristina, Miguel Ángel y Laura trasladaron, diríase con tinta destilada desde la pasión y la rabia, pero templada con el rigor profesional, a una obra digna de un premio nacional que reconoce ese trabajo y, por la misma ocasión, rinde homenaje tardío, triste, pero necesario a las víctimas del metro.
Hoy se reivindican desde púlpitos taurinos los supuestos logros de una casta política que ha dejado tras de sí ruina, pufos y eventos emblemáticos que sirvieron, a lo sumo, para gloria de sus promotores si no para su enriquecimiento ilícito. Ese régimen de alcaldesas campechanas y Presidents endiosados, de consellers corruptos y presidentes caciquiles es el que, una vez más, pretenden reinstaurar los que se llaman sus herederos en una tierra que consideran suya.
De esa tragedia, pero, sobre todo, de esa determinación inquebrantable de los que lucharon por que se hiciera justicia, Cristina, Miguel Ángel y Laura hicieron un monumento de esperanza y una obra de arte. Es un milagro -a falta de aquel que hubiera hecho falta un cierto “día 3”- que la fina línea que separa el folletón de la épica, el amarillismo del rigor, sea dibujada con tanta precisión por el trazo grueso, sabio, justo que solo Cristina sabe esculpir.
Entrega premio nacional de cómic el 28 de septiembre de 2021 ->
