Estamos ante un claro espectáculo de Albena Teatre, pero, aunque la idea original del espectáculo partiera de su creador, Carles Alberola, que la compartió con gentes allegadas como Noèlia Pérez y Josep Zapater, integrantes de la compañía Cashalada y colaboradores habituales de Alberola, una aserie de circunstancias llevaron a integrar también en el proyecto a a Patrícia Pardo, que sería quien le daría forma literaria y estructura definitiva, ajustada, eso sí, a los aspectos más señalados de la propuesta, que es musical, por lo que las canciones y partituras de Noèlia Pérez y Josep Zapater son absolutamente determinantes, como lo es, también, la dinámica coreografía diseñada por Cristina Fernández Pintado, la escenografía esencial de Lluís Crespo, la precisa iluminación de Ximo Olcina o el ilustrativo vestuario de Pascual Peris. Todo ello coordinado en la dirección por Noèlia Pérez, con la inestimable colaboración de María Almudévar, que han manejado con inteligente creatividad el despliegue incesante de los intérpretes cantantes: Noèlia Pérez, Josep Zapater y Carmen Peinado, que se desdoblan en diversos personajes, y Ana Burguet, que da vida a la niña enferma que espera, y se desespera, un nuevo corazón que le devuelva la ilusión y la esperanza. Un tema de esos que suelen denominarse “duros” (una grave enfermedad de corazón de una niña, un trasplante de órgano obligatorio, la incertidumbre con respecto al resultado), pero tratado con toda la delicadeza de la que es capaz Patrícia Pardo, jugando, al estilo Alberola, con el tránsito de lo real a lo soñado o imaginado, y con el encanto y simpatía melódicos de Casahalada.