Cartelera Turia

CRÓNICA 2 DE LA 75 BERLINALE: EL FESTIVAL QUE NO PIERDE EL RITMO

ANNA ENGUIX: Acostumbrados a la sobrecarga de imágenes, cuesta encontrar en nosotros mismos la capacidad de inmersión cuando la película tiene otros objetivos. Llevo años obsesionada con esto, con las imágenes que se doblegan ante nosotros y nos rinden cierta pleitesía como espectadores. De hecho, cada vez me gusta menos el barullo, el ruido de fondo. Agradezco haber invertido una pequeña parte de mi sueldo en unos auriculares con cancelación de ruido, que a veces utilizo cuando simplemente todo es demasiado. En Yunan (Ameer Fakher Eldin, Competición), las gentes de la crítica se durmieron. Como comentaba en la crónica anterior, y al igual que le sucede a Amélie, me resulta inevitable girar la cabeza un par de veces cuando estoy en una sala de cine. Los bostezos, las caras de sorpresa o de concentración me resultan de lo más interesantes. En este último finde, unos durmieron (téngase también en cuenta el ritmo de un festival de cine), pero otros muchos, como yo, disfrutamos de esta fábula cinematográfica; aunque sí, reconozco que llevaba medio litro de Club Mate en el cuerpo, una bebida berlinesa que despertaría a un mamut.

Por otro lado, como suele pasar en los festivales, siempre hay un equilibrio, una especie de ley universal que obliga a compensar las luces con las sombras. Tras ver Sorda (Eva Libertad), la película que me dejó temblando como si me hubieran arrancado algo por dentro, cualquier cosa que viniera después tenía las de perder. Y vino If I Had Legs Id Kick You (Mary Bronstein, Competición), que no solo no me cautivó a mí, sino que tampoco pareció conectar con el resto de críticos, que salieron de la proyección con esa cara de “¿y esto qué era?”. La película, que sigue a Linda, una madre trabajadora al borde del colapso cuyo techo se le cae literalmente encima, prometía ser un torbellino emocional. Linda, interpretada con una mezcla de rabia y desesperación, se ve obligada a refugiarse en un motel cutre con su hija pequeña mientras intenta resolver el agujero en su techo, la enfermedad de la niña, un paciente desaparecido y una galería de personajes tan inútiles como patéticos. Tiene todos los ingredientes para ser una gran película, pero algo falla. O quizá todo.

El problema no es la premisa, que es potente, ni siquiera la ejecución técnica, que es correcta. El problema es que If I Had Legs Id Kick You no termina de decidirse entre el drama familiar, la sátira social y el retrato psicológico, y al final se queda en un limbo narrativo que no convence a nadie. Mientras Sorda te agarraba por las entrañas y no soltaba, esta película se desliza entre los dedos como agua. Linda, que podría haber sido un personaje memorable, acaba siendo una víctima más de un guión que no sabe muy bien qué quiere contar ni cómo hacerlo. Y eso, en un festival donde las expectativas están por las nubes, es un pecado mortal.

Sin embargo, si tuviera que elegir una película destacada, sería Blue Moon de Richard Linklater (Competición), que bien podría valerle a Ethan Hawke un merecido Oscar. Su actuación es brillante, potenciada por las interpretaciones de Margaret Qualley y Andrew Scott. Con un estilo que recuerda a las mejores obras de Woody Allen, la cinta se desarrolla en una única localización y cuenta con un guión tan exquisito que deja al público con una nostálgica sensación, tarareando la conocida canción al final. La película narra la historia del legendario letrista Lorenz Hart, quien enfrenta el desmoronamiento de su vida profesional y personal durante la fiesta de estreno del exitoso musical Oklahoma! de su excompañero Richard Rodgers. En 100 minutos y en tiempo real, se despliegan los eventos en el bar Sardi’s la noche del 31 de marzo de 1943. Es una reflexión sobre la amistad, el arte y el amor, con un elenco que incluye escritores, actores, músicos y amigos, tanto famosos como futuras estrellas. Al final de la noche, Hart habrá confrontado un mundo cambiado por la guerra y la aparente imposibilidad del amor. Con actuaciones poderosas de Ethan Hawke como Hart, Andrew Scott como Rodgers, Margaret Qualley como su protegida Elizabeth y Bobby Cannavale como su confidente y amigo barman, la película captura, con el toque cómico y hábil de Linklater, el mismo que encandiló al público de la Berlinale hace ya unos cuantos años —concretamente en 1995— con Antes del amanecer.

Al final, el cine, tal y como nos demuestran los festivales, es un ejercicio de equilibrio. Un vaivén entre lo que nos deslumbra y lo que nos deja fríos, entre lo que nos arranca algo por dentro y lo que apenas nos roza. Sorda y Blue Moon son esas películas que te recuerdan por qué amas el cine, por qué te sientas en una sala a oscuras a esperar que algo te atraviese. If I Had Legs Id Kick You, en cambio, es ese recordatorio incómodo de que no siempre se acierta, de que a veces las historias se quedan a medio camino.Y tal vez ahí esté la magia —o la maldición— de los festivales: en esa mezcla de luces y sombras que nos obliga a seguir buscando, a seguir esperando, a seguir creyendo que la próxima película será la que nos devuelva la fe en el arte. O, al menos, la que nos haga tararear una canción al salir de la sala, aunque sea en voz bajita.

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