ANDREA MOLINER: Después de una mañana tras el mostrador de la librería, una copiosa comida a base de tacos y nachos con guacamole en una franquicia de comida mexicana cerca de los cines Lys y un café con leche demasiado caliente sobre la barra de un bar en plena arteria comercial de la ciudad me dirijo al NH Collection. Allí, en la preciosa sala del piano – frente a unos ornamentales sillones y con un hilillo musical de fondo- me acomodo para esperar a Paloma Sánchez-Garnica y a Beatriz Serrano, flamantes Premio y Finalista del Planeta de este mismo año. Al fin, y con una puntualidad británica aparecen ambas junto con su jefa de prensa. La agenda de las y los tocados con la varita de este galardón es igual o más ajustada que la correa de mi inexistente reloj de pulsera. La tecnología, ya sabéis. Para cuando aparecen ya he cambiado la postura de mis piernas tres o cuatro veces. Abro mi libreta, espero a que tomen posición, intercambiamos los habituales saludos protocolarios y la conversación comienza a fluir, inundando la decoración barroca del lugar.
A.M: Lo primero de todo me gustaría preguntaros qué significa para vosotras haber ganado este premio en tu caso Paloma, sobre todo teniendo en cuenta que ya conseguiste ser finalista hace unos años, y el haber quedado finalista en lo que respecta a ti Beatriz.
P.S.G: En mi caso es llegar a una meta de más de cuatro décadas buscando mi sitio, las dos últimas dedicadas solamente a escribir. Un camino en el que he tratado de construir lo que quiero ser, lo que quiero hacer y lo que quiero transmitir en esta vida. Es como haber escalado una montaña y haber llegado a la cima y ver el horizonte desde esta altura es muy ilusionante.
B.S: Yo en mi caso lo que ha supuesto es un cambio radical en mi vida. Este premio viene con una compensación económica muy grande, lo que me permite dedicarme solamente a una cosa por un tiempo. Diría que lo que me ha dado este premio ha sido mucha tranquilidad y mucha libertad para poder ejercer, un sostén para poder apostar por la carrera literaria.
A.M: Paloma, Victoria es una novela ambientada en el Berlín resultante de la II Guerra Mundial, en el que tenemos una protagonista que es investigadora y donde vemos un poco las características de lo que fueron los dos bloques predominantes durante ese tiempo: el comunista y el capitalista. ¿Por qué decidiste ambientar la novela en este contexto tan concreto? ¿Qué te interesa de él?
P.S.G: Cuando terminé Últimos días en Berlín en el que las mujeres de esa novela en el verano de 1945 tratan de normalizar la tragedia que están viviendo me pregunté qué es lo que pasaba a continuación. Qué pasa desde el año 1946 hasta el 13 de agosto de 1961 en el que se empieza a construir el muro en ese Berlín destruido, hundido, hambriento, dividido en cuatro sectores pero sin restricciones todavía. Qué ocurrió, cómo se fraguó esa geografía. Cómo se planteó esa nueva enemistad entre los dos bloques que pugnaban por la hegemonía del mundo en el que el núcleo de dicho enfrentamiento era precisamente Berlín. Una ciudad por la que pugnaban tanto los occidentales como los soviéticos.
A.M: Beatriz, tu novela Fuego en la garganta está ambientada en un pueblo de la periferia sur de Valencia, en concreto de L´Horta Sud, que ahora es una zona que por desgracia tras el paso de la DANA ha adquirido entidad propia. ¿Cómo es de importante para ti el lugar en el que ambientas las historias?
B.S: Para mi es una parte fundamental porque me ayuda mucho a trabajar la relación entre los personajes y el lugar. Por ejemplo, en El descontento era evidente que tenía que estar ambientada en la ciudad de Madrid, pero también podría haberla situado en cualquier otra ciudad grande donde los alquileres estuviesen por las nubes y donde la gente no conozca a sus vecinos. Para mí fue evidente cuando estaba trabajando en Fuego en la garganta que debían haber tres escenarios claros. Uno de ellos tenía que ser Valencia porque, pensando que los lugares van con la psicología de los personajes, empecé a recordar en los paisajes de mi propia infancia y en ese territorio inocente de la niñez y de la primera adolescencia. Una cosa que me gusta mucho es que esa zona es de clase obrera y es algo que tú no ves de niña sino que es algo que te vas dando cuenta cuando creces y vienes por ejemplo a la calle Colón. El otro es Vallecas, una zona de Madrid que ha sido muy reivindicativa y barrio obrero, por lo que situar a un personaje que no sabe en qué lugar del mundo está parecía el sitio más apropiado. Quería que mi protagonista empezase a adquirir esa conciencia de clase así como su propio género, de que es una chica creciendo en un mundo de hombres.
A.M: En tu caso Paloma, tu libro está armado por un entramado de tramas y personajes bastante interesantes y que engancha mucho. ¿Cómo consigues que éstas no pierdan la intensidad y la capacidad de atraer al lector?
P.S.G: No lo sé, la verdad. Yo me pongo a escribir y escribo. No tengo ningún esquema, ningún argumento, ningún hilo conductor. Simplemente me pongo a escribir y escribo. Poco a poco voy hilando las historias que me van surgiendo a medida que avanzo. Este es un oficio y hay que ser muy disciplinado para que la inspiración te venga. Unas veces las palabras fluyen como si fuera un tobogán y otras veces el tobogán se torna hacia arriba por lo que suelo parar y buscar la inspiración en la lectura. Voy construyendo la historia a medida que voy escribiendo. En las relecturas analizo, perfilo a los personajes y anudo los posibles cabos sueltos. Y así una y otra vez hasta que queda presentable para pasársela a mi editora quien con mucha sutileza y delicadeza me va guiando. En el momento en el que el manuscrito ya no se corrige los personajes se callan y deja de ser mía.
A.M: Beatriz, en tu novela asistimos a la historia de Blanca. Una niña a la que la vida se le para en el momento que su padre le dice que su madre no va a volver. A partir de ahí el lector acompaña a la protagonista en su evolución hacia la adolescencia y como ella va creciendo con esa circunstancia. ¿Te sientes cómoda en el género del coming of age?
B.S: No creo que vuelva a escribir un coming of age nunca más porque ya he escrito el mío y sólo lo puedes tocar una vez. Sí que me interesaba mucho tratarlo e ir ahí, porque siento que todas nuestras inseguridades y miedos tienen su origen en la infancia o la adolescencia. Cuando yo estaba en el instituto nos hicieron leer El guardián entre el centeno pero no lo recuerdo bien, lo que sí te puedo asegurar es que cuando llegué a la universidad descubrí el coming of age escrito por mujeres. Mi primer acercamiento fue Nada de Carmen Laforet, seguido de Entre visillos de Carmen Martín-Gaite, La campana de cristal de Sylvia Plath, Mujercitas, el universo Ferrante, Edna O´Brien, Alana Portero recientemente narrando la infancia desde una perspectiva trans. Yo creo que para todos los escritores hay un momento en el que empiezan a pensar hacia atrás para regresar a esos momentos de descubrimiento del lugar del que vienes, la clase social, la falta o abundancia de dinero o incluso la importancia de tu propio cuerpo cuando eres mujer. Ser consciente de que tu cuerpo cambia y el mundo te ve de una manera distinta.
A.M: Una pregunta para las dos. Ya que vuestras novelas están protagonizadas por mujeres quería saber, el el caso de Paloma, en qué personajes reales te inspiraste para construir a tu heroína. Y en el caso de Beatriz por ese personaje sin nombre que aparece en tu libro ¿Buscaste homenajear a las madres de los años 80-90? ¿Hasta qué punto la maternidad invisibiliza a la mujer?
P.S.G: El personaje de Victoria está inspirado en Heidi Lamarr. Actriz con una facilidad para la ciencia, muy inteligente y bella. Una mujer que en los años 30 vio complicado dedicarse a la ciencia y se decantó por la interpretación. Fue la primera que hizo un desnudo integral en el cine. La casaron muy joven con un señor mayor posesivo que menospreciaba su inteligencia. Esta mujer consiguió escapar de una manera muy rocambolesca de este matrimonio asfixiante y se fue a Estados Unidos. Allí conoció a un músico con el que desarrolló un proyecto de ondas convirtiéndose en precursora del futuro wifi. Al principio el ejército de los Estados Unidos no le hizo caso al tratarse de una mujer pero en los 60 le robó la idea. Se le reconoció mucho tiempo después cuando ya era demasiado tarde. Esta idea es la que me sirvió para construir a mi protagonista.
B.S: Cuando escribo no pienso en la idea de homenajear pero sí me fijo en esas figuras, partiendo de mi propia madre y de amigas suyas, de mujeres que creo que como hijas quizás les debemos una disculpa. Me da la sensación de que estas madres nos han educado para ser mucho más libres y por el camino nos hemos olvidado que ellas hicieron lo mismo y no les perdonamos a ellas por no predicar con la educación en independencia que nos daban con tanta insistencia. Pero es que ellas no podían, siempre tenían que renunciar a muchísimas cosas. Mi madre por ejemplo renunció en muchas ocasiones al trabajo, luego se reincorporaba al mundo laboral, pero la realidad es que en mi casa nunca hubo debate sobre si mi padre tenía que dejar su trabajo. Creo que esas madres eran bombas de relojería porque ya habían salido al mundo y habían tenido que volver a un espacio muy parecido al que habían estado sus propias madres, nuestras abuelas. La maternidad invisibiliza a la mujer cuando se le exige que ese rol de madre conforme toda su personalidad e identidad.
A.M: En los últimos años el Premio Planeta se ha asociado a una vocación comercial. ¿Qué opináis al respecto?
P.S.G: Javier Cercas en su discurso de la RAE hizo precisamente mención a esto, a que no se perdona el éxito dentro de la industria editorial porque se considera peyorativo o de mala calidad el que te conozca mucha gente, vendas mucho y llegues a más lectores. No comparto ese esnobismo de algunos que definen a la alta literatura como aquella que es inalcanzable, secreta, que está en las catacumbas. Si una literatura por ser alta literatura no la entiende ni dios, salvo unos pocos que dicen entenderla, al final es letra muerta. El Premio Planeta crea lectores que compran por primera vez en su vida y les fascina tanto que acaban yendo a por otro y a por otro. Porque los libros no compiten y la grandeza de la literatura es que un libro llama a otro, por eso debe ser comercial, popular, para que la gente se enriquezca con la lectura. La novelas tienen que llegar a todo el mundo. Esto de denostar por parte de estos críticos esnobs que se erigen como determinantes de lo que es buena o mala literatura no puedo con ellos.
B.S: Comercial no significa malo, como independiente no significa bueno. Hay gente que está en lo independiente porque no tiene forma de saltar a lo mainstream o porque es malo muchas veces. También puede ser que se sienta cómodo en esa etiqueta y eso también está fenomenal. Yo pienso en autores que me gustan como Stephen King que me parece buenísimo, Bret Easton Ellis o Ottessa Mosfegh. Mariana Enríquez ahora es una rock star de la literatura y es buenísima. Creo que sería valorar la obra en sí más que la vocación comercial.
A.M: ¿Qué estáis leyendo? ¿Alguna recomendación?
P.S.G: Yo me estoy leyendo una recomendación de Beatriz a la que nunca me habría acercado y que me parece buenísimo titulado Un libro de mártires americanos de Joyce Carol Oates. Me está apasionando.
B.S: Yo ahora justo tengo en la mesilla de noche tengo Mañana, y mañana y mañana de Gabrielle Zevin. Me está pareciendo una historia muy bonita, preciosa.