INMA GARÍN.Conocí a Pilar Almería en el año 1992 cuando la dirigí, junto a Isabel Requena y a tres actrices más (Carme Benlloch, Inma Sancho y Marta Belenguer) en una lectura dramatizada de textos de la argentina Griselda Gambaro. Recuerdo que Pilar interpretaba el difícil monólogo de María, una criada a la que los empleadores le cambiaban el nombre, y lo hacía con una exquisita sensibilidad. Últimamente la he visto espléndida y segura en el papel de Liubov Andréievna. Esa sensibilidad de Pilar, junto a la perseverancia y la inteligencia como gestora de un espacio singular, lleno de historia y vivencias para los valencianos, le llevó a alumbrar junto a Ximo Solano y Joan Peris la CTM que este mes cumple 25 años. Desde Nàpols Milinòria hasta L’hort dels cirerers , estos profesionales han sabido crear y desarrollar un equipo de trabajo sólido con un núcleo que se alimenta de nuevas incorporaciones, algunas veteranas, otras de actores recién titulados. Crear comunidad, interactuar entre profesionales, con escuelas de enseñanza primaria y secundaria, con la universidad, esa ha sido su meta y la han alcanzado, pero les queda otro reto: afrontar la era post Covid-19, que no será fácil. Su repertorio honra la lengua propia con un excelente trabajo lingüístico, en el que sin duda juega un papel importante Manuel Molins, quien ha asesorado, versionado y estrenado en este mismo teatro sus propios textos ( Hamlet Canalla, El Moviment ). Desde Eduardo de Filippo hasta Rodolf Sirera ( El verí del teatre ), pasando por El Nom, de los franceses M. Delaporte y A. de la Patelière, CTM ha conocido éxitos y vacas flacas, pero ningún reto complicado como el que ahora enfrenta, con el teatro, un referente cultural de la ciudad, cerrado, y el público en casa. Es precisamente el público, el verdadero tesoro de la compañía. La sala, además, cuenta con cafetería donde charlar con otros espectadores, algo que no se valora lo suficiente en el disfrute teatral. Por otro lado, gracias a la campaña de Teatre a l’Escola, han conseguido desarrollar el gusto por el teatro. Su número de fieles seguramente seguirá creciendo porque no solo ha dado respuesta a una necesidad -teatre en valencià-, sino que ha logrado la excelencia en el arte de perseverar, un arte tan difícil para los valencianos, que escribimos en la arena. ¡Felicidades!
Fotos: García Poveda. Archivo Cartelera Turia.