COCOLISO: EL DESINTERÉS del Partido Popular por la cultura se ha traducido, allí donde gobierna, en recortes, abandono institucional. La destrucción del entramado cultural no ocurre de golpe, sino por desgaste: cierre de espacios, desprecio por los profesionales del sector, eliminación de ayudas y una visión instrumental de la cultura como escaparate propagandístico o decorado turístico. Bajo el mandato del PP, la cultura deja de ser un derecho y una herramienta crítica para convertirse en una foto vacía.
EL INSTITUT VALENCIÀ DE CULTURA (IVC), que había recuperado con el Govern del Botànic su espacio dentro del stand del ICEX gracias a años de trabajo institucional, ha desaparecido del mapa sin explicaciones. Productores y directoras se preguntan si deben pedir asilo audiovisual en otros territorios ya que la ausencia del IVC en el acompañamiento a las películas valencianas es total. Por no estar no han estado ni con la productora valenciana María Zamora en su film seleccionado para la sección oficial del festival de cine de Cannes. La responsabilidad recae en el IVC, pero sobre todo en la consellería de Eduación y Cultura dirigida por José Antonio Rovira, el colega radioactivo de Mazón que confunde ideología con gestión, el mismo que hizo que le llevaran a Alicante en plena alerta roja el día de la DANA. Si no les importó dejar morir a 228 personas, cómo les vas a importar la cultura.
EN EL AUDIOVISUAL algunos productores creyeron que nada cambiaría con la llegada de la derecha. Pero ya murmuran: la gestión cultural del Consell es un desastre sin paliativos. Y no se trata solo de falta de dinero, sino de falta de visión, de estrategia, de respeto. En Berlín y en Cannes, quien tiene un proyecto valenciano acaba acogido en el stand de Catalan Films o en Andalucía. Ni entonces, ni ahora hay ninguna intención de acompañar al audiovisual valenciano. El abandono es completo.
EN LUGAR DE AYUDAR a las empresas, el IVC ha traído una funcionaria desde Castilla y León, experta en leyes pero completamente ajena al mundo del cine y del audiovisual. Resultado: trabas, retrasos, exigencias absurdas con las Agrupaciones de Interés Económico (AIE), avales imposibles, revisiones arbitrarias de auditorías de hace dos años. La conselleria de Cultura ha convertido el IVC en una institución que nadie valora, ni respeta por su mala política.
LO MÁS GROTESCO: Andalucía gobernada por el PP no ha abandonado a su audiovisual. Al contrario: ha fortalecido su apuesta, ampliando incentivos y presencia exterior. Lo de la Comunitat Valenciana es una decisión ideológica y negligente. Mientras la conselleria de Cultura valenciana se dedica a premiar a los escoltas de Mazón por ir a una comida en plena DANA, quienes sostienen el cine valenciano tienen que buscar calor bajo otras banderas. Literalmente.
EL ESPEJISMO de la «despolitización» ¿No decían que venían a despolitizar la cultura? El PP y Vox llegaron prometiendo neutralidad institucional. Hoy, los cargos técnicos están siendo reemplazados por afines. Las decisiones se toman por proximidad ideológica, no por mérito ni trayectoria. Las ayudas se están convirtiendo en un laberinto burocrático.
UN IVC SIN VOZ NI RUMBO. El IVC ha pasado de ser una institución con presencia y voz en los principales foros del sector, a convertirse en un aparato sin rumbo ni liderazgo. Las decisiones llegan tarde, mal o nunca. Las convocatorias se retrasan. Los interlocutores no responden. Y todo el mundo se pregunta: ¿dónde están? ¿Qué hacen? ¿A quién obedecen? Eso sí que lo sabemos.
COSTÓ MUCHOS años y muchas gestiones devolver a la Comunitat Valenciana al mapa audiovisual. La recuperación de presencia en festivales internacionales no fue casual, fue fruto de políticas planificadas. Hoy, todo eso se ha perdido en menos de dos años. Es un retroceso histórico que hará falta mucho tiempo y esfuerzo para revertir.
CULTURA EN MANOS de quienes no creen en ella. La conselleria dirigida por Jose Antonio Rovira no cree en la cultura como bien común. No cree en el audiovisual como motor económico ni como herramienta de proyección. Pero no en rodajes, ni festivales, ni mercados. La cultura no les interesa, más bien les molesta.
