EL VERANO es como un gigantesco festival del caos y diversión, solo superada por la presencia de jueces togados estrambóticos que marcan la actualidad política. Pero la realidad del valenciano de a pie es otra. Y no es fácil pasar estos días de verano sin que dejen de plantearse dudas existenciales sobre el asunto de quién va a organizar los encierros infantiles en Valencia, una vez el torero ha salido del Consell. Pero el sufrido ciudadano tiene más problemas.
COGER SITIO EN LA PLAYA. La arena está tan concurrida que parece una competición de colocación de sombrillas. Los niños construyen castillos de arena con la determinación de futuros arquitectos, mientras los adultos se esparcen como sardinas enlatadas, intentando encontrar el mínimo espacio vital. No hay nada más hippy que ir a la playa y que los vecinos con abuela, el niño y la suegra se pongan a tu lado. Y si ya llevan altavoz para escuchar la banda sonora de su vida, la experiencia es completa.
TINTO DE VERANO. En cualquier otro lugar del mundo, mezclar vino con gaseosa sería considerado un crimen, pero aquí, es la bebida oficial del verano. Te sientas en una terraza, pides un tinto y te lo sirven en un vaso que parece reciclado de una fiesta de los años 80. Ver a los guiris comer paella por la noche es otra de las curiosidades que dejan las estampas estivales
AIRE ACONDICIONADO. ¿Y qué me dicen de aire acondicionado? Cuando entras a un cine o a un supermercado descubres que lo han puesto tan alto que necesitas una chaqueta. Entras y sales del calor abrasador a un invierno ártico en segundos, y tu cuerpo no sabe si sudar o congelarse. Es el deporte extremo del verano valenciano, una competición de resistencia entre el calor de la calle y el frío de los interiores. En el cine siempre con la chaqueta en la mano.
EL CIRCO EN CASA. Las vacaciones escolares transforman la casa en un circo permanente. Los niños están en casa 24/7, llenos de energía y con más preguntas que un examen de filosofía. La paz tiene un precio, y ese precio es un campamento de verano. La casa, durante estos meses, es una versión mini de los Juegos Olímpicos, con eventos que incluyen “Quién puede molestar más a papá” y “Mamá, me aburro, nivel experto”.
CHIRINGUITOS: Los chiringuitos son la trinchera del verano. Te sientas con una cerveza helada y unas sardinas a la brasa, y observas la batalla que se desarrolla a tu alrededor. Encontrar una mesa libre es una misión casi imposible. Cuando finalmente lo consigues, descubres que la cerveza está más caliente que el asfalto a mediodía y las sardinas tienen un aire vintage, como si hubieran sido pescadas en la época de los romanos. Pero eso sí, el ambiente y la vista al mar compensan cualquier deficiencia culinaria con permiso del chapapote de El Saler.
BIKINI. Entras a la tienda, eliges varios modelos y te diriges al probador con la esperanza de encontrar algo que te haga sentir como una diosa. Pero las luces fluorescentes y los espejos parecen conspirar en tu contra. Cada bikini parece hecho para cuerpos irreales, y tú te preguntas si la industria de la moda ha olvidado cómo son los cuerpos reales. Por no hablar de los clásicos fardahuevos que ya no son lo que eran.
AH, EL FÚTBOL. Ese deporte que une naciones, levanta pasiones y, en ocasiones, provoca celebraciones que podrían figurar en un manual de “cómo no comportarse en público”. La reciente victoria de la selección española debería haber sido una fiesta de celebración. Sin embargo, lo que obtuvimos fue una tragicomedia que pone de relieve el nivel de algunos de nuestros futbolistas. Lo de Morata y Rodri cantando “Gibraltar Español” fue de vergüenza ajena.
¡QUERIDOS LECTORES! Que este verano sea tan refrescante como el tinto de verano, tan relajante como una siesta bajo la sombrilla y tan emocionante como encontrar una mesa libre en un chiringuito en pleno agosto. Que vuestros días estén llenos de playas, bocatas de barra y “cremaets”, y que los niños os den una tregua de vez en cuando. Que las olas del mar se lleven vuestras preocupaciones, y que el único calor que sintáis sea el del sol y no el de una discusión política en la sobremesa. ¡Disfrutad cada momento, reíd mucho y, sobre todo, Recordad que os vamos a acompañar con la TURIA ESTIU 2024! Como lo hemos hecho desde hace 60 años.