Cartelera Turia

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ANTES DEL AMANECER 1-2024 BITÁCORA DE VUELO I

DOLORS LÓPEZ: Navegan ya los Juegos que pregonan la Paz y la Unidad desde la esfinge metálica de la torre más fotografiada del mundo. La competición entre estos semidioses nos mantiene hechizados ante la pantalla y cuesta un esfuerzo casi olímpico salir a la calle.

París se vistió de domingo para inaugurar las Olimpíadas.

Bajo una lluvia sin consuelo, el Sena quedó envuelto en un halo misterioso digno de Zeus. Mientras en España, las sucesivas olas de calor parecían azotar algunas mentes delirantes empeñadas en pisotear la dignidad debida a las altas instituciones.

No nos merecemos estos personajes. No nos representan.

Estoy en la antesala de mi travesía anual, de mi personal odisea.

Cruzo el desierto puente de Les Arts en busca de un refugio climático, como llaman ahora a cualquier tienda refrigerada. Bebo a sorbos el aire fresco del centro comercial. Necesito comprar algunas cosas para el viaje.

Somos pocos y apenas hay ruido. Registro el bienestar que ofrece esta quietud de las cuatro de la tarde.

A la salida, en el gran vestíbulo diseñado para todos los hipermercados, observo cómo un joven en pleno ataque de convulsiones es tranquilizado por otro hombre más o menos de su edad. La situación me paraliza. Permanezco inmóvil, con todos los sentidos en alerta por si puedo hacer algo.

La ternura y seguridad con la que poco a poco este hombre consigue calmar a su acompañante me emociona hasta las lágrimas. La forma en que le abraza es capaz de sanar la peor de las angustias.

Es muy raro encontrarse con un hombre que cuida de otra persona en este mundo de estereotipos de mujeres cuidadoras. Si el hombre es joven, todavía se hace más extraño. De nuevos los tópicos: la juventud es egoísta e incapaz de hacerse cargo de nadie. Ni de ellos mismos.

Qué esperanza provoca una escena como ésta.

Las personas con discapacidades distintas, con necesidades distintas existen, están a nuestro lado, forman parte de ese “nosotros” con el que nos definimos. Por eso tenemos que atender sus dificultades y porque, además, todas las personas tenemos dificultades que atender.

La secuencia del centro comercial me reconcilia con una sociedad que alberga seres capaces de las mayores ignominias en pro de los peores intereses, siempre privados y siempre contra otros, pisoteando derechos, instituciones y personas.

Este hombre joven sí me representa.

Salgo de nuevo al sofoco de esta tarde de agosto con la urgencia de encerrarme de nuevo en casa hasta la noche.

Disfruto cada segundo que me acerca y me separa del primer vuelo. Es el tiempo de reunir documentación y tachar tareas para no olvidar nada importante. De lavar y guardar ropa consultando el itinerario de cada día. El tiempo de la ensoñación y las preguntas… El tiempo de mariposas en la tripa.

Hace un año velaba maletas para iniciar el periplo por la Isla Indómita en busca de un trozo de mi ser. Esa expedición cerró una zozobra y abrió otro capítulo de mi vida.

Han pasado 12 meses. Cada uno, un trabajo de Hércules que ahora, en la distancia, parece aún más difícil. Me siento satisfecha, aunque en el camino haya dejado jirones de piel. O de salud.

Crecemos en espiral. Vamos elaborando los golpes en capas concéntricas, pero abiertas. Volvemos a transitar paisajes conocidos, pero los vemos desde otro lugar. Ya no somos las mismas personas.

En unas horas cerraré la puerta del taxi y entraré en la burbuja que concluye un año y prepara la llegada del nuevo tiempo.

Todo está por comenzar.

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