TOMÁS GORRÍA: Ahora que València se ha convertido en candidata oficial junto con Bangalore, (he de reconocer que antes de la noticia, no hubiera podido situar esta ciudad en el mapa) para convertirse en Capital Mundial del Diseño es de justicia reconocer a Xavi Calvo, Marisa Gallén, Pau Rausell o Vicent Martínez el empuje que han demostrado en el proyecto y en lograr la complicidad del paisanaje del mundo del diseño y la Administración para lograr situarnos en la pomada y quien sabe si para conseguir en Octubre la credencial que nos permita organizar en 2022 este interesante evento. Anda que no nos gustan estos berenjenales (antes llamados grandes eventos), pero me da que en este caso la rentabilidad social y reputacional está más que garantizada.Coincide la inauguración de esta nueva sección con el rediseño de una publicación de la solera de esta Cartelera Turia, una muestra del interés creciente por el diseño en nuestra sociedad. Un interés que se inscribe no sólo en la referencia más común que suscita la palabra diseño (aquella que hace referencia a una función “estética” o meramente funcional) sino a la importancia del concepto en cuanto a factor de innovación, de cambio social, de mejora de las condiciones de vida de la población. Tomo prestado del amigo Òscar Guayabero (y de Ernst Lubitsch, que tituló en 1933 “Design for Living” su película que aquí se llamó “Una mujer para dos”) la expresión diseñar para vivir para reivindicar de nuevo la virtualidad del diseño no sólo -que también- para hacer las cosas más bonitas, sino como herramienta para comunicarnos mejor, para mejorar la sostenibilidad o para liberarnos de los trabajos tediosos y tener más tiempo libre para dedicarlo a las cosas importantes de la vida, como tomar una cerveza con l@s amig@s o ir a la playa con la familia.  Y es esta perspectiva transformadora la que me gustaría que estuviera presente (y lo está, según cuentan sus promotores) de manera transversal en el proyecto de la candidatura de València para ser Capital del diseño. Capital de la República del Diseño, añadiría yo.