Cartelera Turia

4200Km, de Varios Autores.-Espacio Inestable

Redes marítimas (de Ulises a Moby Dick)

NEL DIAGO: Con constancia y tenacidad admirables, Jacobo Pallarés ha ido construyendo a lo largo de los años un proyecto (Proyecto Inestable se llama) teatral que es a un tiempo local e internacional; local porque se parte de Valencia, ciudad donde radica la compañía (la empresa si se quiere), donde se cuenta con una sala polivalente en la que se programa teatro, danza, circo, recitales… (el Espacio Inestable), tanto de grupos nacionales como extranjeros; una sala en la que, además, en colaboración a veces con otro espacio (Rambleta) se coordinan y producen residencias que dan cabida a montajes arriesgados y novedosos (este sería uno de ellos); pero también, decíamos, un proyecto internacional porque Pallarés, como gestor cultural, ha sabido tejer una potente malla (Red Escénica se llama la publicación que dirige, no por casualidad), unas rutas de colaboración, de exhibición, de intercambios artísticos, sobre todo con varios países latinoamericanos. Circunstancia que el montaje que nos ocupa no hace  más que confirmar; en primer lugar por la autoría, que conjuga textos de diversa procedencia: la joven dramaturga valenciana Arantxa Cortés  y el propio Jacobo Pallarés (el único varón), junto a las dramaturgas chilenas Patricia Michele Cabrera, de Concepción (recordamos su extraordinario trabajo titulado Yo duelo, visto precisamente en el Inestable) y Andrea Consuelo Pereda, de Punta Arenas (Patagonia chilena), a las que habría que sumar la uruguaya Noel Rosas.

            Tal diversidad se traslada a veces al lenguaje (polera, por ejemplo, que en otras geografías, también hispanas, equivale a playera, remera, franela, pulóver, o sencillamente, camiseta), pero también al tema nuclear del relato, cuyo punto de partida tenía que ver con una trágica noticia sobre un acto de migración desesperada (un cayuco que partió de Mauritania hacia Canarias y que acabó semanas más tarde en las costas de Brasil con los restos calcinados por el Sol de los pocos migrantes que no sucumbieron en el mar); ahora bien, esa derrota atlántica guarda poca relación con las latitudes australes del Pacífico, que tienen otras imágenes (importante la labor en este sentido de Aurora Diago), otros sonidos (el mar, nada pacífico en la Patagonia; las ballenas…), de los que se responsabiliza Juan Andrés González, quien, aparte de actuar junto a Victòria Mínguez, Nuria Albelda  y Jacobo Pallarés, interpreta en directo y en compañía de Mínguez (o cada uno en solitario) algunas bellas canciones por él compuestas.

            Cabe señalar, por último, la estudiada iluminación de Diego Sánchez, y el singular espacio escénico diseñado por Los Reyes del Mambo, con esa mesa central, respecto a los espectadores, donde los intérpretes juegan con cuerdas, poleas, imanes, anzuelos o papiroflexia (barquitos de papel) que acentúan metafóricamente el relato. Si algo cabe reprochar a la experiencia es su exceso, la necesidad de una dramaturgia (y esto es responsabilidad del director, Jacobo Pallarés) que organice y de concreción a esa abundancia de materiales. En todo caso, el buque apenas acaba de zarpar (tiene una gira internacional con treinta actuaciones), seguro que lucirá de manera más brillante a su regreso. Buena travesía.

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