TOMÁS GORRIA: Durante gran parte de mi vida profesional he combinado el trabajo como diseñador y docente en el campo del diseño editorial con incursiones periodísticas (o articulísticas, como diría mi amigo y compañero Paco Ballester) en el terreno de la divulgación sobre nuestro diseño, tanto en publicaciones ajenas (como esta misma columna) como en iniciativas editoriales propias. Uno de los argumentos más recurrentes en estos artículos ha sido intentar demostrar el nivel más que relevante de nuestros diseñadores y diseñadoras. Y en las conversaciones con amigos de fuera del País Valencià aparecía habitualmente la constatación de esta circunstancia, a la que se añadía nuestra singular falta de autoestima, alimentada por el tópico del “meninfotisme”. Pero lo cierto es que tras esta campaña de “apostolado” sobre las bondades de nuestro diseño, siempre surgía la sospecha de si esto era realmente así, o estábamos afectados por una especie de chauvinismo que afectaba a nuestra objetividad. Pues va a ser que no. La reciente confirmación de que València se convertirá en 2022 en la Capital Mundial del Diseño, tras un excelente trabajo del equipo de la Associació València Capital del Disseny, con la complicidad del ecosistema del diseño valenciano y de instituciones como el Ajuntament de València o la Generalitat, ha demostrado que estábamos en lo cierto y que debemos sentirnos orgullosos sin complejos de nuestra capacidad creativa en el campo del diseño gráfico y editorial, el interiorismo o el diseño de producto.
Y ahora viene lo bueno. Esperemos que los objetivos de la candidatura se puedan cumplir y disfrutemos de unos años en los que entre todos los que formamos parte de este ecosistema podamos ofrecer a nuestra ciudad la posibilidad de avanzar en terrenos como la inclusión social, la sostenibilidad o la igualdad a través de esta herramienta tan fascinante que llamamos diseño. ILUSTRACIÓN: T. GORRIA