Susana Fortes
Si las trifulcas políticas alcanzaran sólo la mitad del estilo que han demostrado Álex de la Iglesia y Elvira Lindo en su reciente polémica, este país quizá podría tener algún arreglo.
Ya conocen los detalles. En una entrevista sobre su última película, el director pronunció la frase de la afrenta: “El talibanismo ese de que el cine es una cosa proyectada se lo dejo a señoras mayores y a gente muy seria”. En las campañas de promoción suelen pasar estas cosas, sobre todo cuando son maratonianas. Tienes que parecer ingenioso, divertido, provocador y mordaz todo el tiempo. E inevitablemente acabas soltando alguna perla. Nos ha ocurrido a todos. Más o menos.
La perla fue recogida del suelo por Elvira Lindo, medallista de oro en esgrima verbal. Y claro. Pasó lo que tenía que pasar. El hastag: “je suis señora mayor” se convirtió en trending topic. Lógico. Todos somos señoras mayores. Y si no los somos aún, aspiramos a serlo algún día. Más que nada porque la alternativa siempre es peor.
Las señoras mayores van al cine, por supuesto. También a las presentaciones de libros, de eso puedo dar fe, y a las exposiciones de fotografía del Flaco. Llenan las calles de cualquier ciudad con boinas a lo Carmen Martin Gaite o sin ella, leen periódicos de papel, esa deliciosa costumbre tan old fashion, se sientan en los sofás de los cafés, los ojos inquietos, la mañana nublada. El invierno acechando detrás de las ventanas.
Algunas viajan a sitios insólitos como las Islas Feroe o el Naranjo de Bulnes, por ahí me las he encontrado con sus botas de goma, sus mochilas y sus crampones. La vida siempre ha sido una montaña difícil. El secreto es saber pertrecharse en función del terreno y del tiempo. Eso a una mujer mayor nadie se lo tienen que enseñar. Lo aprende por instinto de supervivencia, no le queda otra.
Los directores de cine también tienen que adaptarse a los tiempos y buscar su público en las plataformas digitales o donde puedan, esa es otra ley de supervivencia. Pero sin empujar. No vaya a ocurrirles como a aquel señor de Pego que en un funeral de un familiar comentó consternado:
– ¡Con lo joven que era y hay que ver la cantidad de gente mayor que no se muere ni a la de tres!
Una octogenaria que tenía delante se volvió muy vivaracha y le respondió
– Che, tú… a cadascum quan li toque.
Pues eso. Hay que decir que Álex de la Iglesia reconoció el patinazo con mucho estilo a través de su cuenta de Twitter: “Me llamo Álex de la Iglesia y soy una señora mayor de 52 años. Hace un par de días, tras diez horas de entrevistas, metí la pata lamentablemente, y mi querida y admirada Elvira Lindo me lo recordó dejándome a la altura del betún, que es donde merezco estar por unos cuantos días”.
Trasladar esa inteligencia para la rectificación a la arena política nos habría ahorrado unos cuantos quebraderos de cabeza. Una utopía. Claro.